Historia incompleta de una ambición imperturbable
ENVIADO ESPECIALKurt Waldheim nació el 21 de diciembre de 1918, año en que se consumó el hundimiento del Imperio Austro-Húngaro, en la pequeña localidad de Sankt Andra-Woerdern, a una treintena de kilómetros de Viena. Ejercía allí su padre de maestro de escuela. Pese a los sucesivos ascensos del cabeza de familia, que llegaría a ser inspector escolar en la ciudad de Tulln, junto al Danubio, Waldheim pasó su niñez en un entorno modesto. En Tulln concluyó sus estudios escolares, y con grandes esfuerzos económicos del padre pudo comenzar la carrera de Derecho en Viena y lograr su ingreso en el Theresianum, una de las academias diplomáticas de más tradición del mundo.
En 1936 había hecho el servicio militar en el Ejército de la I República de Austria, en un destacamento de caballería. Dos años más tarde, el 13 de marzo de 1938, se declaraba la anexión de Austria al III Reich alemán. Un día antes, el Ejército alemán había cruzado las fronteras. Un día después, Hitler era recibido triunfalmente en las calles de Viena.
Waldheim era entonces un joven católico y tradicionalista, muy alejado de la ideología nazi. Su padre fue excluido del funcionariado porque mantuvo una postura contraria a la anexión. El propio Waldheim fue agredido en una ocasión por camisas pardas (uniforme del partido nazi) cuando repartía panfletos en favor de la independencia austriaca. Esto fue antes de la anexión.
Una vez consumada ésta, Waldheim se adaptó, al parecer, con extrema rapidez. En una ficha judicial consta que el 1 de abril de 1938, apenas dos semanas después del anschluss (anexión), ingresó en el Sindicato Estudiantil Nacionalsocialista. El 18 de noviembre ingresó en un grupo de caballería de las SA, la fuerza de asalto o gupo de elite del partido nazi. Waldheim lo niega. Explica que algún familiar debió inscribirlo como estudiante nacionalsocialista para hacerle un favor, y asegura que perteneció a un grupo de caballería que fue después incluido en bloque en la organización de las SA. En realidad, este grupo pertenecía a las SA desde 1936, dos años antes del ingreso en él de Waldheim.
En 1939, con 21 años, finalizó sus estudios diplomáticos con premio extraordinario. Insiste hoy en que, de no adaptarse a las nuevas circunstancias, jamás hubiera podido cumplir este deseo que le debía a su padre por sus sacrificios económicos. Poco después es llamado a filas. La guerra había comenzado. Destacado en 1941 en el frente soviético, es herido en un pie por la explosión de una granada, durante una labor de reconocimiento.
En este punto es donde sus biografías y sus relatos a amigos y políticos dan a entender siempre que declarado no apto para el frente, terminó sus estudios y se casó con Elisabeth (Sissy). Sólo en la versión alemana de su biografía aparece la poco explícita frase: "posteriormente fui reincorporado al servicio militar", lo que contrasta con la profusión de detalles que da para explicar su herida en el frente y su regreso a Viena, en 1945, con su mujer y su primer hijo. Waldheim ha asegurado que no mencionó esos tres años porque pensó que carecían de interés".
Tres años de paréntesis
El paréntesis que según Waldheim no tenía interés, desde que fue herido en el frente hasta el final de la guerra, es el que ha provocado ya hoy daños inmensos a la imagen de Austria en el mundo. En realidad, Waldheim no fue declarado no apto en 1941,sino parcialmente no apto en 1944, y no por herida de guerra, sino por una afección tiroidea. Antes y después de esta enfermedad, que le fue tratada en Austria, Waldheim sirvió como teniente en el grupo del Ejército alemán en los Balcanes, a las órdenes del general Alexander Löhr, ejecutado en 1947 en Yugoslavia por crímenes de guerra. Este grupo del Ejército se hizo tristemente famoso por su represión de los partisanos, mediante acciones como la quema de poblados y la ejecución de civiles, incluidos ancianos, mujeres y níños. También participó Waldheim en la deportación de judíos a los campos de exterminio en territorio polaco, especialmente a Auschwitz y Treblinka.Waldheim aseguró en un principio no saber nada de actuaciones criminales de las unidades en que sirvió. También dice que nunca tuvo noticias de la deportación de judíos griegos, hasta que este año se desencadenó la polémica en torno a su pasado. Del mismo modo, Waldheim ha sido incapaz de recordar que había estado en Tirana, hasta que se le demostró que residió allí dos meses. Decenas de documentos que llevan su firma informan sobre la represión de los partisanos y el interrogatorio de prisioneros, una actividad en la que, según ha afirmado, nunca participó.
Tras la guerra, Waldheim se incorporó al servicio diplomático. Una investigación sobre su pasado realizada entonces por los servicios secretos norteamericanos quedó, nadie sabe por qué, sin resultado. Sirvió en diversos destinos en Viena y en el exterior antes de ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores de Austria, en 1968. Existen indicios de que ya habían circulado informaciones sobre su pasado nazi cuando, tres años más tarde, optó, sin éxito aquella vez, por la jefatura del Estado. Resulta imposible demostrar hoy que tal vez, en aquellos años, algún país sometió a chantaje á Waldheim. Se recuerda, sin embargo, que tras el violento fin de la primavera de Praga, Waldheim envió un telegrama a su embajador en la capital checoslovaca ordenándole que cerrara la Embajada a todos los ciudadanos checoslovacos que intentaran refugiarse en ella. El embajador austriaco, el actual jefe de Estado saliente, Rudolph Kirchschlaeger, desobedeció la orden, y gracias a él más de 100.000 checoslovacos pudieron huir a Occidente.
En 1972, Kurt Waldheim fue nombrado secretario general de las Naciones Unidas y se convirtió en uno de los orgullos del prestigio internacional de Austria, cuyo principal artífice, el entonces canciller federal, Bruno Kreisky, fue su gran valedor.
Ataques de Israel
Durante los dos mandatos de cinco años que permaneció en la ONU, destacó por su política favorable a una solución de la crisis de Oriente Próximo que respetara los derechos del pueblo palestino y, en general, jugó un importante papel en la organización de los países del Tercer Mundo con el grupo de los 77 y su aumento de influencia en la ONU. Nadie duda de que esta trayectoria es en parte origen de muchos de los ataques que recibe, especialmente desde Israel.En 1982, hasta el último momento, incluso cuando todo el mundo sabía que China vetaría su reelección, Waldheim estaba con vencido de que continuaría al frente de la ONU, en un puesto que colmaba su "insaciable afán por figurar y su ambición", como dicen sus antiguos colaboradores. "Waldheim no es pro palestino, como se piensa, ni pro nada; tan sólo pro Waldheim", ha dicho uno de los más estrechos colaboradores suyos en la ONU.
Waldheim volvió a Austria tras aquella decepción, organizó un grupo de ex jefes de Estado y de Gobierno que él presidía y que, según fuentes diplomáticas austriacas, tan sólo servía para que él no desapareciera de la escena internacional, a la espera de que cuajara su candidatura a la jefatura del Estado en Austria.
Una candidatura que ha conocido el éxito, pero con dramáticos efectos para el país que Kurt Waldheim deberá representar en los próximos años.
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