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Entró, entró

La pelota entró, sin duda. Pero fue todo tan rápido que incluso los jugadores españoles más próximos a la línea de gol tardaron en reaccionar y dividen el gesto entre los que miran hacia el está o el oeste de los jueces de línea y los que se van directamente a por el Norte, donde estaba el árbitro. El Sur, como siempre, era el horizonte del gol.Tardaron los jugadores españoles en autoconvencerse de que había sido gol, y entonces rodearon al árbitro tratando de comunicarle su evidencia. Primer problema de lenguaje instrumental. El árbitro era de Oceanía, y en Oceanía se habla fundamentalmente el inglés. Desconozco qué jugadores españoles hablan inglés, pero alguno habrá, al menos, lo suficientemente dotado para decir: "Árbitro, ser gol...", o una reductiva, pero exacta, combinación de la universal palabra gol y la punta del dedo señalando la portería brasileira.

Los telespectadores españoles se dieron cuenta de que el árbitro no hacía demasiado caso a las propuestas hispanas de reapertura del expediente. En la duda, el árbitro de Oceanía se inclinaba por la selección con más prestigio, de la misma manera que los árbitros españoles, cuando dudan, siempre se decantan por el equipo con más fundamentos. Entre una selección tricampeona mundial y otra que sólo tiene en su haber goles con nombre de taberna (el gol de Zarra o el de Marcelino), hay que reconocer que la elección era sencilla.

Pero tal vez, tal vez fuera un grave problema de ignorancia y el árbitro menospreciara a nuestra selección por la nacionalidad, no muy puesto al día de los cambios que ha experimentado España en los últimos años. Igual el árbitro ese no sabe que ya estarnos en el Mercado Común y en la OTAN. Igual no sabe que las lechugas españolas son las únicas que han resistido la ola radiactiva de Chernobil. Por si acaso, sería menester que en adelante, ante conflictos similares, cuando los jugadores españoles busquen el diálogo reparador, esgriman argumentos más contundentes. Por ejemplo: "Árbitro, cuando se entere Reagan, te vas a enterar...". Hay que probarlo, antes de entregarnos al pesimismo histórico que tanto daño nos ha hecho.

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