_
_
_
_

El primer gran concierto benéfico de 'rock' celebrado en Moscú fue para los damnificados de Chernobil

30.000 personas siguieron disciplinadamente el recital

Pilar Bonet

La estrella del pop soviético -Ala Pugachova, con el puño en alto cubierto por un mitón de encaje, inauguró el viernes 30 de mayo, en el estadio Olímpico de Moscú, el concierto dedicado a los damnificados de Chernobil, que constituye la primera manifestación de live-aid (conciertos pop benéficos) organizada en la URSS. La gala, presentada como una idea de la propia Pugachova y del periodista musical soviético Artiom Troitski, coronaba un conjunto de iniciativas que tienen por objeto recoger fondos para la cuenta bancaria número 904 de Kiev, donde se centraliza la ayuda financiera no directamente institucional que la URSS da a las víctimas del accidente nuclear sucedido el 26 de abril.

Cuenta 904 era precisamente el título del concierto, al que, según los organizadores, asistieron 30.000 personas, que aportaron, según las previsiones, 100.000 rublos de ganancia (unos 20 millones de pesetas), con entradas que costaban tres y cuatro rublos (de 600 a 800 pesetas).Aparte de Pugachova, participaron en el concierto un solista melódico (Alexander Gradski), un veterano actor condecorado (Mijail Ulianov) y cinco grupos cuyos ritmos occidentalizados iban desde el rock al heavy metal a la soviética, entre ellos Autograph (que participó con anterioridad en el concierto de ayuda a Etiopía), Recital, Cruise, Bravo y VIadimir Kuzmin. El deseado gran concierto internacional, con nombres como Michael Jackson, Steve Wonder o Paul McCarney, quedará para mejor ocasión "por falta de tiempo para organizarlo", según afirmó Troitski.

Antes de salir al escenario, Pugachova expresó su esperanza de poder realizar en el próximo futuro un concierto internacional contra la carrera de armamento nuclear". Tanto ella como Troitski aseguraron que la iniciativa del viernes era privada y que las instituciones (en este caso, el departamento de agitación y propaganda del Comité Central del partido comunista y la Administración del Estado) y los artistas participantes habían reaccionado con celeridad y positivamente ante la idea.

A más de 50 metros del escenario, un público disciplinado siguió el concierto de más de tres horas. "Aplaudan enseguida cuando oigan ese nombre", ordenaba Pugachova refiriéndose a Chernobil.

Las entradas fueron difíciles de comprar. Medios musicales señalaron que la mayoría habían sido distribuidas por organizaciones y un número limitado había sido puesto a la venta en las taquillas teatrales de la ciudad.

La Prensa extranjera recibió todo tipo de facilidades para asistir al concierto, pero la soviética fue parca en comentarios y publicidad. La televisión -que aún no ha transmitido el concierto live aid para Etiopía- grabó la gala, pero nadie sabía decir si iba a emitirla y cuándo. Pravda dedicó ayer una pequeña nota al acontecimiento, citando por su nombre a los participantes más establecidos: Pugachova, Ulianov y Gradski y omitiendo los nombres de los demás. Entre ellos, Cruise y Bravo constituyen para los entendidos en ambiente musicales rockeros soviéticos los grupos más interesantes de la jornada. Ni Cruise ni Bravo tienen discos grabados y el concierto ante una audiencia tan numerosa y con tanta publicidad internacional era una oportunidad para estos grupos, acostumbrados a actuar ante pequeñas audiencias, en clubes y aforos de acceso restringido, y a luchar con una concepción oficial de la música que no les favorece.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

"Estamos muy contentos de que nos invitaran, pues es un reconocimiento", declaró a este corresponsal la solista de Bravo Zhana Agusarova, de 21 años. Agusarova reconocía que el repertorio habitual del grupo, fundado en 1983, era más pesimista de lo que mostraban las canciones elegidas para la velada "Acuérdate de la II Guerra Mundial", le decía Pugachova a Zhana ya en el escenario. "Es difícil estar alegre, pero hay que hacerlo". Con su aspecto de niña medio romántica, medio pícara, y un rostro muy expresivo, Zhana fue una de las estrellas del festival.

El guitarrista de Cruise, Valer Gaina, con sus pantalones ceñidos, su melena escalonada y una reminiscencia de David Bowie en el rostro y el estilo, se complacía contorsionándose ante las cámaras, que le filmaban enfáticamente desde el tiro del pantalón Gaina era el más extravagante. Llevaba un par de brazaletes negros y una cadena sobre el pantalón que más que un instrumento agresivo parecía un llavero algo exagerado.

"Para la norma soviética, no está mal", comentaba un joven flaco que había preferido quedarse en el vestíbulo escuchando una grabación de heavy metal británico en unos audífonos occidentales. La norma soviética estuvo presente en el acto mediante conexiones intermitentes con los estudios de televisión en Kiev (a 130 kilómetros de Chernobil) a través de monitores situados junto al escenario. Por ellos se podía ver y escuchar a diversos participantes en las tareas de descontaminación que aparecían con uniformes, incluido el militar. Desde Kiev se afirmaba que el "átomo pacífico sirve y continuará sirviendo al hombre" y se reiteraban las propuestas de desarme de Mijail Gorbachov.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_