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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Reválida en Córdoba

El XI Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, el de la celebración del 30º aniversario, que terminó el pasado fin de semana, ya es historia. Esta circunstancia hizo que el acontecimiento, siempre solemne como corresponde a esa singular forma cordobesa de entender la actividad pública, haya tenido una especial relevancia.El Concurso -mejor, los concursos, pues son varios los que se celebran paralelamente en esta convocatoria trienal- tiene el prestigio de ser el único reconocido oficialmente como Nacional, salvo el de las Minas de La Unión por su carácter monográfico, y por ello atrae a gran número de candidatos a la fama y el dinero que un premio puede suponer. Este año, 91 cantaores, 23 bailaores y 19 guitarristas.

La efemérides se conmemoró con tres espectáculos flamencos en los días previos a la clausura. Todos con programas semejantes -un concertista de guitarra, un cantaor acompañado por un tocaor y una bailaora- formados por artistas ganadores de premios del Concurso cordobés en ediciones anteriores.

Los dos últimos de estos tres programas, que son los que llegué a presenciar, no puede decirse que hayan sido precisamente de una gran calidad. Lo de más altura, indudablemente, ha sido la guitarra en concierto.

El sevillano Rafael Riqueni, que ganó el premio en 1977, tuvo una actuación excelente, sobria, en una línea muy flamenca, muy despojada de cualquier aditamento espúreo, tan habituales en los jóvenes concertistas de hoy incluido el propio Riqueni.

Manuel Cano, ganador en 1965, es un clásico y, además, un maestro, y lo demostró en un concierto de gran belleza; Cano presentó además, en una sesión especial, un. libro que acaba de publicar con el. título La guitarra. Historia, estudios y aportaciones al Arte Flamenco, que parece será de gran interés para documentar y ayudar al mejor conocimiento de un arte tan huérfano de bibliografía solvente: de solvencia como es el flamenco.

El baile

Volviendo a los espectáculos, el baile tuvo dos representantes de características bastante dispares. Pepa Montes, premiada en 1974 y 1983, hizo un espléndido baile por soleá, profundo, sin concesiones, con empaque y señorío, pleno de sugestiones.Manuela Carrasco, premiada en 1974, se mantuvo fiel a esa línea suya espectacular, de mucha fuerza, en pasajes que alterna con paseillos distendidos como para tomarse un respiro en su temperamental forma de hacer.

El cante fue la mayor decepción. Beni de Cádiz, que ganó tres premios en 1971 , en posesión de una voz extremadamente cantaora, que puede cantar como los ángeles, parece tomárselo a broma y trivializa lo flamenco hasta límites inadmisibles en circunstancias como las de esta conmemoración. José Menese, ganador en 1965, quiso pero no pudo; estaba mal de voz y su deseo de agradar quedó sólo en deseo.

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