Una impostura
Amar, verbo intransitivo fue una delicada y crítica novela del escritor brasileño Mario de Andrade -conocido en España principalmente por algunas de sus adaptaciones teatrales, como Macunaima- en la que el relato de la iniciación amorosa de un adolescente mediante una educadora alemana contratada por el padre ofrece algunas ricas vertientes.La adaptación teatral efectuada por Roberto Cordovani y Hermes Contesini supone un gran trabajo de reducción que la vuelve esquemática y resuelve el problema por la vía sumaria y pobre de las escenas entre oscuros.
El padre simboliza la fuerza autoritaria, dominante y fría de la alta burguesía; el hijo, la brutalidad de la iniciación para macho de esa sociedad altiva, a pesar de sus sentimientos de inocencia original; la fräulein debe reunir al mismo tiempo una feminidad delicada y sensible, un toque de europeísmo que choca con la realidad brasileña de la época (año 1927), y una frustración de la condición femenina que tiene sus reflejo en otro personaje, la niña de la casa, que percibe ya el desastre de la mujer en la sociedad machista.
Amar, verbo intransitivo
Representación basada en la novela de Mario de Andrade, escrita en 1927 y adaptada al teatro por Roberto Cordovani y Hermes Contesini. Intérpretes: Marcos Orsi, Roberto Cordovani, Maximiliana, Roberto Silva. Dirección escénica: Roberto Cordovani. Compañía Teatral Brasileña de Arte Livre. Estreno en Madrid: sala Cadarso, día 21 de mayo.
Sin esencia
Todo se malogra en este espectáculo por la forma de la teatralización. Aparte de la solución de comodidad de las escenas en secuencia, la interpretación de la fräulein por un actor -el mismo adaptador y director de escena, Roberto Cordovani- le priva de toda su esencia, de todo su atractivo: resulta un ambiguo gigante.El actor principal está fuera de su sexo; los otros, fuera de su edad: el padre es un joven encanecido; la niña, una adolescente empequeñecida, y el muchacho, mocea. A las dificultades de los actores para incorporar personajes profundos, las falsificaciones hacen su tarea imposible.
Habrá que atribuirlo a la creación de Roberto Cordovani de un espectáculo para sí mismo y no para el teatro. Con respecto al texto de Mario de Andrade, esta obra no es más que una impostura.
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