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Tribuna:UN RETO PARA EL FUTURO
Tribuna
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10 espejos para mirarse

Son 10 los casos estudiados en el citado informe, tres de los cuales son norteamericanos -los museos del MOMA, Guggenheim y Whitney-, mientras que los restantes, a razón de uno por cada diferente país, son el Centre Pompidou de París, la Tate Gallery de Londres, el Kunsthaus de Zúrich, el Moderna Museet de Estocolmo, la Nationalgalerie de Berlín, el Stedelijk Museum de Amsterdam y el National Museum of Modern Art de Tokio.Evidentemente, como en el propio informe oficial se indica, este muestrario pretende ser sólo representativo, no sólo porque incluir una documentación exhaustiva al respecto resultaría inabarcable, sino porque el tipo de instituciones relacionadas hoy con el arte contemporáneo son de naturaleza muy diversa.

Entre los elegidos en el análisis oficial hay un rasgo común, que además puede aclararnos mejor las mítenciones que de cara al futuro ahora sustentan los actuales responsables del Reina Sofía. Me refiero a que todos ellos son museos y que no sólo, como tales, poseen colecciones permanentes, sino también que desarrollan diferentes actividades paralelas de carácter temporal. Hay otro dato significativo que relaciona a estas 1,0 instituciones internacionales: son las que, en líneas generales, gozan del máximo prestigio entre todas las de su género, lo que pone de manifiesto la importancia que en este sentido tiene poseer fondos permanentes.

Coherencia

Claro que habría que añadir algo más respecto a sus colecciones: que son un ejemplo de calidad y coherencia. Si empezamos por ahí, quizá se pregunten de inmediato qué tiene que hacer entonces nuestro Reina Sofía al lado de ellos si nace sin colección alguna. Por otra parte, se repite insistentemente, cuando se plantea esta cuestión, que nuestro país ha perdido ya por completo la oportunidad histórica de hacer una colección verdaderamente representativa sobre arte de nuestro siglo, lo que ha sido la misma coartada que se ha manejado siempre para no solucionar el problema, incluso desde antes que se fundaran muchas de las instituciones internacionales cuyos fondos se consideran hoy como los mejores del mundo.

En cualquier caso, además de las colecciones, estos centros que comentamos comparativamente suelen desarrollar programas de exposiciones temporales y poseen, por lo general, un sistema de servicios bastante completo. Las exposiciones temporales son muy importantes para no perder contacto con lo más específicamente moderno, que es la actualidad, la cual, sin embargo, en toda su incierta crudeza polémica, no puede gravitar sobre la colección permanente sin graves riesgos de malversación de la misma. Los servicios, por su parte, no se deben limitar como antaño a las bibliotecas y centros de documentación, ciertamente básicos, sino a un asunto cada vez más acuciante: ser centros de producción cultural rentable; esto es, editar toda suerte de impresos, vídeos y cuando esté relacionado con las posibilidades de las nuevas tecnologías, pero también producir prototipos de diseño industrial en el sentido más amplio, tal y como lo ha hecho con notable éxito el MOMA.

Por último, no puede pasarse por alto algo que distingue al Reina Sofía de la mayoría de los centros comentados. La casi totalidad de éstos tienen como sede edificios enfáticamente modernos. No creo que el carácter histórico del Reina Sofía sea, sin embargo, una paradoja negativa, y menos en las circunstancias actuales, en las que, a diferencia de los criterios sostenidos por la concepción beligerante de la vanguardia, se buscan los contrastes historicistas, así como, ya desde un punto de vista meramente funcional, se ha acumulado una experiencia negativa respecto a la idoneidad de la construcción más de vanguardia para los museos de arte.

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