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La guerra de los precios del petróleo

La situación actual prepara una nueva subida del precio, del petróleo bruto, que, si es brusca, puede tener las consecuencias traumáticas de las dos crisis anteriores. Los acontecimientos que están teniendo lugar en el mercado del petróleo tienen unas repercusiones importantes sobre la política energética y económica, y en particular sobre la competencia entre formas de energía.Estos y otros temas han sido el objeto de un coloquio internacional que ha tenido lugar recientemente en Grenoble sobre los mercados internacionales de la energía, organizado por el Instituto Económico y Jurídico de Grenoble y el Grupo de Investigación en Economía de la Energía y Recursos Naturales de Quebec.

Entre los diversos temas tratados resaltaremos, en este artículo, las cuestiones que, a nuestro parecer, más afectan a la política energética.

Del año 1973 al 1979, la producción total de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha estado cerca de su capacidad máxima. A partir del año 1979, el mercado del petróleo ha presentado. una evolución doblemente desfavorable a la OPEP. Por un lado, el consumo de petróleo ha disminuido fuertemente como consecuencia de las medidas de ahorro y sustitución de los países industrializados. Por otro lado, la producción de petróleo de los países fuera de la OPEP ha aumentado.

Los dos efectos anteriores, conjuntamente, han supuesto una disminución considerable de. la producción de la OPEP, que en relación al total mundial ha pasado del 54% en el año 1973 al 30% en 1985. Esta evolución es considerada inaceptable por algunos países de la OPEP, en particular Arabia Saudí, ya que no parece posible defender un nivel de precios si continúa bajando la producción de la OPEP.

Por este motivo, la estrategia actual de ciertos países de la OPEP consiste en defender una parte adecuada de la producción mundial. Es, decir, con la guerra de precios se intenta generar un conjunto de fuerzas interesadas en mantener estable el precio del petróleo bruto y, en definitiva, una disminución de la producción de los países no pertenecientes a la OPEP.

En este enfrentamiento, los países de la OPEP tienen la ventaja de sus bajos costes de producción, (por ejemplo, 0,5 dólares el barril para Arabia Saudí, frente a cinco dólares el barril para el mar del Norte) y la importancia de sus reservas probadas de petróleo (69% del total mundial).

En cambio, los países de la OPEP se encuentran en desventaja frente a los países industrializados (Reino Unido y Estados Un¡dos).a causa de su dependencia económica de los ingresos del petróleo y lo mismo sucede para los países en vías de desarrollo fuera de la OPEP. Por otro lado, la Unión Soviética obtiene también una buena parte de sus ingresos en divisas del petróleo.

Oferta y demanda

La evolución del precio del petróleo a corto plazo dependerá de la evolución de la oferta y de la demanda de petróleo.

La demanda de petróleo es difícil que aumente a corto plazo como consecuencia de la baja del precio, aunque podría incrementarse a medio plazo. Por el lado de' la oferta, parece poco probable un acuerdo para reducir la producción, excepto para los campos de petróleo marginales, que dejarán de ser rentables.

Todas estas consideraciones apuntan hacia una continuación de la guerra de precios. En este caso, se podría pensar que el nivel más bajo del precio del petróleo se situaría cerca de cinco dólares el barril. La duración del ciclo de disminución del precio resulta también imprevisible, pero se piensa que podría variar entre los seis meses y cinco años, aunque, lógicamente, no tendría que ser muy largo.

Esta evolución actual supondrá cambios importantes en el mercado del petróleo, tanto en la estructura de la industria como en el papel de los diversos actores (Organización de Países Exportadores de Petróleo, otros países productores de petróleo, compañías petrolíferas y Estados consumidores) y en los sistemas de fijación de precios, e n particular: precio oficial, mercado spot, net back o mercados a plazo.

La posición de las otras fuentes de energía puede quedar gravemente comprometida en función de la amplitud de la disminución del precio, en particular el gas natural y el carbón, que son objeto de .importantes transacciones internacionales y que entran directamente en competencia con los productos petrolíferos en una gran parte de sus mercados.

Con respecto al gas natural, debido al coste más elevado en relación al petróleo de la cadena producción-transporte-distribución, si el precio del petróleo baja por debajo de los 15 dólares el barril, la viabilidad de los contratos de venta asiáticos queda fuertemente comprometida, para unos precios más bajos serían los de Argelia y a precios aún más bajos únicamente serían rentables los de Holanda y la URSS.

En cuanto al carbón, por debajo de 10-12 dólares el barril, el petróleo podría teóricamente desplazar al carbón, lo cual supondría un grave problema, tanto para la producción europea, que tiene unos costes de extracción elevados, como para los exportadores de carbón térmico, que se han desarrollado a lo largo de estos últimos años.

Sin embargo, la situación actual no hace pensar en un cambio de los objetivos generales de la política energética europea (reducir la dependencia de los aprovisionamientos energéticos, en particular de petróleo, reducir el consumo de hidrocarburos en la generación eléctrica, así como fomentar el ahorro y las distintas energías renovables).

La estrategia para al alcanzar estos objetivos puede verse, en cambio, gravemente comprometida.

Niveles de consumo

Una cuestión de política energética que ha suscitado muchos debates en el citado coloquio es la necesidad o no de instaurar una tasa sobre el petróleo. Sobre este tema se manifestaron diversas posiciones según la política económica más o menos liberal que, se proponga.

La instauración de una tasa de este tipo se fundamenta en que las decisiones de inversión en el área del consumo energético se basan en los precios actuales de la energía, pero estas inversiones, por su duración, condicionan el largo plazo; por tanto, las distorsiones de precios actuales provocarían una incorrecta asignación de prioridades a largo plazo.

Sin embargo, los partidarios de la no instauración de una tasa se cuestionan sobre la correcta utilización de los fondos recaptados por la tasa, así como sobre su eliminación cuando no sea necesaria. En esta temática es preciso resaltar las recientes declaraciones de Jacques Delors, presidente de la Comisión de Comunidades Europeas, mostrándose partidario de la instauración de una tasa de este tipo "para mantener los esfuerzos de ahorro de energía y de energías sustitutivas".

Por otra parte, no parece posible que se establezca dicha tasa, si no se trata de una iniciativa conjunta de los principales países industrializados, por problemas de competitividad industrial. Por tanto, la posición de Estados Unidos al respecto puede ser decisiva y será necesario esperar las señales que lleguen de este país, posiblemente rápidamente.

Esta nueva fase en el mercado del petróleo puede comportar que los países muy dependientes del petróleo bajen la guardia en sus políticas energéticas, con el riesgo que esto supone para el futuro, en el que es previsible un incremento del precio del petróleo. En el caso español, esta etapa es extremadamente difícil, ya que será preciso avanzar en el área del ahorro y la diversificiación energética, en la que España está muy retrasada, en un contexto energético poco favorable a la aplicación de estas medidas.

El reto para España es importante, porque sería muy grave entrar en la década de los noventa con una infraestructura energética poco eficiente y con una dependencia del petróleo superior a la de los otros países europeos.

Juan Alario Gasulla es jefe de la Sección de Análisis y Programación Energética de la Generalitat de Cataluña y actualmente experto nacional en la Comisión de las Comunidades Europeas.

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