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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tres grandes cantaores

El cante grande fue el protagonista de este festival flamenco ya tradicional cada año en las fiestas isidriles de Madrid. Tres grandes cantaores, tres nombres de primera fila, fueron los encargados de darle su sitio, lo que este año precisamente tenía un especial interés porque en la pasada Cumbre Flamenca se había echado de menos este aspecto fundamental de lo jondo.Abrió la cuenta Fosforito, quien tuvo una actuación todo lo estimable que puede tenerse en el Palacio de los Deportes madrileño, recinto que decididamente no es el idóneo para la escucha de cante flamenco. Si a las deficiencias propias del mismo se une el público camaronero, que mientras no actúa su ídolo no deja de hablar o gritar, moverse, entrar y salir, trasegar bebidas, etcétera, creando un ruido de fondo verdaderamente insoportable, se comprenderá que actuar en ese ambiente puede convertirse en un auténtico tour de force para artistas de la profesionalidad, el sentido de la responsabilidad y la alta estimación de su arte de un Fosforito. Si a ello añadimos que a veces su instrumento vocal denota una cierta fragilidad, tenemos que valorar más alto aún el esfuerzo que para él representó esa actuación. Que tuvo una gran altura, ciertamente, pero en modo alguno alcanzó los grados de magisterio y perfección que en él son accesibles.

Festival flamenco

Cante: Fosforito, Camarón de la Isla, Carmen Linares. Toque: Enrique de Melchor, Tomatito, Pepe Habichuela, Juan Carmona. Zambra del Sacromonte. Palacio de los Deportes. Madrid, 14 de mayo.

Salió después Camarón, y toda su actuación fue jaleada incansablemente. Es un caso único. Camarón salió con ganas de agradar, siendo más generoso que lo habitual en él, pues dio hasta tres o cuatro propinas. Y cantó bien, con esa forma tan peculiar de él en la impostación de la voz, ese desgarro increíble, esa jondura sin paliativos que pone en todo lo que hace. Camarón cantaría la guía telefónica en gregoriano y sonaría flamenco.

A Carmen Linares le pasó lo que a Fosforito. Tampoco pudo dar en ese ambiente toda la excelencia de su arte, aunque se, atrevió a hacer toná y siguiriyas y además en grado de excelencia. Por tarantas, en cambio, que es el género en que mejor suele desenvolverse, quedó un poco por debajo de lo habitual en ella. Por fandangos de Huelva estuvo brillante, y después ya se metió en los tangos y las bulerías para ponerse a tono con lo que el público mayoritario, predominantemente gitano, demandaba.

Espléndidos los guitarristas, de acuerdo con el prestigio de sus nombres. El de Melchor, Tomatito y Pepe Habichuela hicieron sus toques con eficacia, sirviendo al cante de manera ejemplar y ganándose incluso ovacioneó en determinados momentos.

Viejas glorias

La Zambra del Sacromonte es un grupo de viejas glorias reforzadas por algunos jóvenes profesionales -Toni Maya especialmente- que le dan vigor y cohesión. Tendríamos que hablar nuevamente del espejismo que puede haber en este afán del revival del flamenco añejo. Porque no todo lo viejo tiene interés por ser viejo -seguramente no lo tuvo cuando era joven-, y a veces lo que se nos ofrece aparece ya en un estado de decrepitud que se convierte en una caricatura de sí mismo, en algo patético. Un poco de esto pasó con la Zambra del Sacromonte.Además, este arte típicamente granadino es un mundo aparte en el flamenco, marcado por,su dedicación casi exclusiva al espectáculo para turistas, lo que se percibe inmediatamente en la tópica iconografía del colorín y las flores de papel.

En este grupo, salvo algunas actuaciones personales dignas -La Lili, La Pata Perro, el ya citado Maya-, fue un tanto penoso ver algunas de esas mujeres, quizá octogenarias, que apenas podían marcar los pasos y las actitudes o darse una media vuelta sin tambalearse.

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