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SAN ISIDRO 86

Los niños madrileños festejaron el bautizo del dragón-tobogán en la plaza Mayor

La mascota infantil de las fiestas, un gigantesco dragón-tobogán de 10 metros de largo y cuatro de alto, resistió ayer el trasiego constante de niños que se sumaron a su bautizo en la plaza Mayor. Entrada ya la noche, los jóvenes asistieron a otro bautizo, el del auditorio de la Casa de Campo, con la actuación estelar del grupo británico The Kinks. Los mayores se repartieron entre el folk de la plaza Mayor y el ambiente verbenero de las Vistillas. Ayer comenzaron también actividades como la Semana Popular del Sello, la Feria de la Cacharrería y la Muestra de Cerámica Madrileña.

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Circo, chotis y festival aéreo

Cientos de niños esperaban poco antes del mediodía la llegada del dragón, que no dejaba de tragar pacientemente a los pequeños que subían, inquietos, hasta su boca para descender en tobogán hasta la cola. Los niños, disfrazados en su mayoría con trajes castizos, miraban con recelo los cuernos del diablo que custodiaba la entrada.Por la tarde, el dragón echó a andar sobre sus pequeñas ruedas y comenzó así un periplo que le llevará. hasta los barrios de la periferia. A esas horas, los pequeños se divertían también en el templo de Debod, donde estará instalada durante una semana la carpa que acoge al Gran Circo de Madrid.

La larga tarde casi veraniega de ayer rompió por segundo día consecutivo la tradición de la lluvia isidril, aunque quienes más fiestas llevan a sus espaldas aconsejan esperar hasta el 15 de mayo antes de cantar victoria. La gente salió a la calle desde primeras horas de la mañana y no la abandonó hasta los primeros destellos del nuevo día, cuando los jóvenes quemaban la resaca de la actuación de The Kinks en las socorridas paradas del autobús.

La voz desgarrada de Ray Davies arrastró a los miles de jóvenes que abarrotaban el nuevo auditorio, bautizado por los ediles municipales como "el mejor rockódromo de Europa". Los mismos pies que durante los últimos años machacaron la hierba del paseo de Camoens resistieron ayer, impenitentes, las dos horas de concierto.

La Policía Municipal veló, sin embargo, para que la guerra de las litronas que popularizara el escenario del parque del Oeste no obligara al grupo musical a abandonar el escenario. La unidad especial de la Policía Municipal comenzó ayer a vigilar la zona más próximo auditorio de la Casa de Campo desde horas antes del concierto.

Este servicio, que se mantendrá mientras duren las fiestas, se ocupa de impedir el acceso de vehículos no autorizados, del orden público y de vigilar para que no se incumpla la prohibición de vender litronas dentro del recinto. La unidad especial está apoyada en su cometido por las unidades canina y de caballería y de grúas, que tienen orden de ampliar su horario de trabajo si las circunstancias lo hacen preciso. Los planes municipales tienen previstos casos de evacuación y han delimitado una zona en la que se encontrarán los servicios, de urgencia.

Ambiente de verbena

El ambiente verbenero de las Vistillas comenzaba a despuntar bajo el sol todavía fuerte de media tarde. El organillo del maestro Izquierdo y el humillo aceitoso de los churros ponían la guinda a ese desfile espontáneo de isidros, castas y susanas. Los más castizos se animaron a participar en el improvisado concurso de chotis. Las canciones de Eva, La Reina del Cuplé, y de la Orquesta Madrid alargaron el fin de fiesta hasta bien entrada la noche.

A esa misma hora, el empedrado de la plaza Mayor se convirtió en improvisada pista de baile para decenas de parejas. Desde horas antes a la actuación de Javier Bergia y José Antonio Labordeta, a las ocho de la tarde, la gente hacía cola bajo la sombra de los soportales en espera de un sitio libre en una de las concurridas terrazas al aire libre.

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