35.000 azulgrana invadieron Sevilla
Todo fue muy distinto a la final de Bruselas
La señora, que tiene cerca de 70 años, se presentó de improviso en los estudios de Radiocadena. Venía de Almería y quería decir, por los micrófonos que era barcelonista. No sólo eso; también deseaba demostrar el amor a sus colores anunciando que acababa de comprar una entrada en la reventa por 25.000 pesetas. Sevilla fue ayer el contrapunto, la antítesis del pasado 29 de mayo, cuando la ciudad de Bruselas vivió uno de sus días más amargos, una de sus mayores catástrofes. Más de 35.000 barcelonistas colapsaron la ciudad.
El jefe del barco que recorre el Guadalquivir en plan turístico fue uno de los más vivos. Varios barcelonistas se subieron en el primer viaje y le dejaron una casete del Barça. Total, que el barco se pasó el día recorriendo el río bajo las notas del himno azulgrana.Lo de la Junta de Andalucía fue todavía más grande. Media hora antes de que los funcionarios cumplieran su jornada habitual, uno de sus jefes salió del despacho y dijo: "Señores, pueden irse. La Junta les invita a que participen de la fiesta azulgrana".
El Gobierno regional llegó todavía más lejos. Suspendió su habitual y semanal sesión informativa tras el consejo.
Lo cierto es que un año antes, casi a aquella misma hora, multitud de escaparates de la Grand Place de Bruselas y sus calles más céntricas estaban hechos trizas. Los seguidores del Liverpool, en mayor medida que los italianos, acudían al estadio Heysel llevando en sus brazos pesadas cajas de cerveza. La situación ayer era bien distinta. Radio Aljarafe -contratada por la Cadena 13-Radio Barça por 500.000 pesetas- y Radio Sur -alquilada por 200.000 pesetas por Catalunya Ràdio- dirigían los pasos de la afición azulgrana. "Vayan a tomar vinos a la calle de García de Vinuesa o a Mateos Gago, frente a la Giralda".
Ahí, detrás de la Giralda, cuatro gitanillos simpáticos cantaban sevillanas alrededor de las mesas de los boixos nois (el equivalente azulgrana a los ultrasur). Éstos escuchaban atentamente, como si aquello fuese el peaje que debían pagar por convertirse en dueños y señores de la noche sevillana.
'Plan gol'
400 agentes de la Policía Municipal, 1.100 miembros de la Policía Nacional, multitud de guardias civiles, la Cruz Roja y Protección Civil intentaron que todo estuviera bajo control. Para impresionar a los aficionados y con el fin de que tuvieran conciencia del Plan gol, como había titulado el Gobierno Civil el despliegue, un helicóptero de la policía sobrevolaba Sevilla sin otra intención.
Detrás quedaban los problemas de seguridad que había planteado la realización de una gigantesca paellada para 30.000 comensales, primero prohibida, luego legalizada y, finalmente, suspendida por "motivos técnicos". Problemas o expectativas que habían provocado la instalación de un discreto calabozo en una de las dependencias del estadio Sánchez Pizjuán, no muy lejos de los vestuarios.
Mientras dos culés se resistían a dejarse leer la mano, cuatro chavalitos muy jóvenes, muy jóvenes, paseaban una flamante pancarta en la que el avi del Barça (el abuelo que simboliza al club) le pegaba un bocao al mismísimo Drácula vestido con los colores del Steaua.
Luego sería otra cosa.
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