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Los ejes del debate de Florencia

ENVIADO ESPECIALEl planteamiento central del informe de Alessandro Natta -el Partido Comunista Italiano (PCI) es parte integrante de la izquierda europea- ha encontrado con cierta rapidez ecos interesantes: el representante del Partido Socialista francés ha declarado que su organización está dispuesta a "iniciativas comunes" para discutir puntos programáticos en que pueda coincidir la izquierda europea. En cambio, el delegado del Partido Comunista francés se ha negado a expresar su opinión.

Sin embargo, el hecho sin duda más significativo es la presencía, por primera vez en un congreso del PCI, de una representación de la socialdemocracia alemana; ésta ha reaccionado favorablemente al informe de Natta, y ha subrayado una serie de puntos de acuerdo. En la sesión del viernes el rasgo más característico fue el surgimiento de contradicciones serias en el seno del mismo congreso. Despejemos de entrada un equívoco: Armando Cossutta, en nombre de los prosoviéticos, lanzó una crítica dura contra el informe, con el lenguaje y las ideas del comunismo tradicional. Pero ello no ha provocado ni siquiera indignación; simple indiferencia, como una pieza de museo polvorienta.

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Los verdaderos ejes de la discusión, que de verdad afectan a sectores dinámicos del comunismo italiano, se han expresado en los discursos de Pietro Ingrao y de Luciana Castellina. El primero, centrado en la reforma del Estado 3, de la democracia italiana; el segundo, sobre la política internacional y la agresividad del reaganismo.

Ingrao considera que no se puede enterrar la idea de la tercera vía. Ser parte de la izquierda europea no puede significar incorporarse a la política de las socialdemocracias, que además han sufrido serios fracasos, como lo confirma el caso de Francia. Insiste en que la iz quierda en Europa no son sólo los partidos políticos, sino también los movimientos ecologistas, pacifistas y feministas. En cuanto a la situación italiana, Ingrao rechaza propuestas que lleven al PCI a incorporarse en un sistema de gobierno inca paz, por su naturaleza misma, de abordar los problemas ac tuales. Según Ingrao, hace falta una alternativa estructural, un Gobierno para realizar la reforma constitucional, modificar el sistema de partidos para que los ciudadanos puedan participar de verdad en la cosa pública. Pietro Ingrao presenta, pues, otra forma de renovación del comunismo italiano, no hacia las experiencias socialdemócratas, sino hacia la creación de nuevas formas políticas, con el peligro evidente de abstracción, de extremismo, que tal actitud puede implicar.

Luciana Castellina, apoyándose en las noticias más recientes, ha puesto de relieve el peligro de las tendencias agresivas de la política norteamericana: dulcificar esa realidad sería engañarse; no se trata de salir de la OTAN, pero sí de lograr que Europa pueda afirmar una política autónoma. Aquí hay, por tanto, dos objeciones de fondo que constituyen los ejes del debate del congreso: en su comisión política, dirigida por Achille Occhetto, considerado ya de un modo general como la segunda figura del partido, se está discutiendo en qué medida una parte de esas críticas puede incorporarse a una nueva redacción de las tesis y sobre qué puntos concretos el congreso deberá votar. Con una preocupación fundamental, sentida unánimemente aquí, de que estas contradicciones sigan alimentando, y quizá enriqueciendo, una dialéctica interna en el seno del PCI.

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