La resistencia pasiva, preferible a la lucha armada
La actitud de los cristianos frente a la injusticia es uno de los puntos más esperados del documento eclesial, que, aunque justifica la lucha armada en determinadas situaciones, estima preferible la resistencia pasiva, que no considera menos eficaz. Recogemos las palabras textuales del documento sobre ésta y otras cuestiones."Determinadas situaciones de grave injusticia requieren el coraje de unas reformas en profundidad y la supresión de unos privilegios injustificables. Pero quienes desacreditan la vía de las reformas en provecho del mito de la revolución no solamente alimentan la ilusión de que la abolición de una situación inocua es suficiente por sí misma para crear una sociedad más humana, sino que incluso favorecen la llegada al poder de regímenes totalitarios".
"La lucha contra las injusticias sociales tiene sentido si está encaminada a la instauración de un nuevo orden social y político conforme a las exigencias de la justicia. Ésta debe ya marcar las etapas de su instauración. Existe una moralidad de los medios. Estos principios deben ser especialmente aplicados en el caso extremo de recurrir a la lucha armada, indicada por el magisterio como el último recurso para poner fin a una 'tiranía evidente y prolongada que atentara gravemente a los derechos fundamentales de la persona y perjudicara peligrosamente al bien común de un país.
"Sin embargo, la aplicación concreta de este medio sólo puede ser tenida en cuenta después de un análisis muy riguroso de la situación. En efecto, a causa del desarrollo continuo de las técnicas empleadas y la creciente gravedad de los peligros implicados en el recurso a la violencia, lo que se llama hoy resistencia pasiva abre un camino más conforme con los principios morales y no menos prometedor de éxitos".
Tortura y terrorismo. "Jamás podrá admitirse, ni por parte del poder constituido ni por parte de los grupos insurgentes, el recurso a medios criminales como las represalias efectuadas sobre población, la tortura, los métodos del terrorismo y de la provocación calculada, que ocasionan la muerte de personas durante manifestaciones populares. Son igualmente inadmisibles las odiosas campañas de calumnias capaces de destruir a la persona psíquica y moralmente".
Justicia y salvación. "El don divino de la salvación es la exaltación de la mayor libertad que se pueda concebir". "En realidad, sin la resurrección de los muertos y el juicio del Señor no hay justicia en el sentido pleno de la palabra. La promesa de la resurrección satisface gratuitamente el afán de justicia verdadera que está en el corazón humano".
Subvenciones a la enseñanza. "La tarea educativa pertenece fundamental y prioritariamente a la familia. La función de Estado es subsidiaria; su papel es el de garantizar, proteger, promover y suplir. Cuando el Estado reivindica el monopolio escolar va más allá de sus derechos y conculca la justicia. Compete a los padres el derecho de elegir la escuela adonde enviar a sus propios hijos y crear y sostener centros educativos de acuerdo con sus propias convicciones. El Estado no puede, sin cometer injusticia, limitarse a tolerar las escuelas llamadas privadas. Éstas prestan un servicio público y tienen, por consiguiente, el derecho a ser ayudadas económicamente".
El pecado. "El pecado del hombre, es decir, su ruptura con Dios, es la causa radical de las tragedias que marcan la historia de la libertad. Para comprender esto, muchos de nuestros contemporáneos deben descubrir nuevamente el sentido del pecado".
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