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La reducción de quiebras y suspensiones de pagos confirma que la crisis toca a su fin

Las suspensiones de pagos se han reducido durante el pasado año a la mitad cine en 1984. Una tendencia similar, aunque algo más retardada, se ha observado en las quiebras y en los protestos de letras. Si se descuenta la infiación, las deudas dejadas por las empresas que recurrieron en 1985 a estos procedimientos han quedado en niveles anteriores a los de 1973. Estos y otros indicadores parecen confirmar que la crisis empresarial toca a su fin, al menos en cuanto fenómeno generalizado de arrastre para otras compañías afectadas por los impagados.

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El saneamiento de la economía real también se ha notado ya en el sector financiero, que empieza a verse liberado de la presión procedente de los morosos españoles.Las cifras que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE), todavía provisionales, señalan que el año pasado hubo en España 391 suspensiones de pagos. Si así lo confirman los datos definitivos de los juzgados, el número de empresas que recurrieron a los tribunales para forzar acuerdos más favorables con sus acreedores se habrá reducido a menos de la mitad que en 1985, cuando fueron 814 sociedades. Esta cantidad era ya algo más baja que en ejercicios anteriores: 841 en 1983, 893 en 1.982 y 819 en 198 1.

También han disminuido paralelamente las propiedades (activos) y las obligaciones, de pago (pasivos) de las empresas incursas en suspensión, que habían empezado a flexionar en 1984, por primera vez tras una década de crisis. Frente a los 87.192,51 millones de pesetas en pasivos afectados el año pasado, en 1984 habían sido 131.963 millones. Igualmente, los activos han quedado en 141.334 millones, contra 235.87,4 del año anterior. La reducción ha sido en ambos casos cercana a la mitad, si se descuenta la inflación. Con la misma medida -es decir, en valores reales-, el importe de las suspensiones ha quedado en niveles similares a los registrados a comienzos de los años setenta.

Entre las causas alegadas por las empresas al presentar la suspensión -falta de liquidez, escasa demanda y baja productividad, por este orden-, han disminuido las tres de forma correlativa. Pero las series del último quinquenio revelan que, respecto a 1981, han quedado reducidas a una décima parte las crisis justificadas por la baja productividad.

El hecho muestra coherencia con los fuertes avances detectados desde entonces en la productividad, estadísticamente apoyados en la destrucción de empleo.

Por sectores, 120 suspensiones de 1985 han corre spondido al de comercio, hosletería y reparaciones; otras 93, a industrias manufactureras; 51, a la metalurgia y mecánica; 45, a la construcción, y 29, a la minería y la química. Algunas de las más sonadas fueron las de constructora Brycsa, de Barcelona, con 1.860 millones de pesetas en el activo y 920 en el pasivo; la mayor empresa alicantina del calzado; Festival Internacional, con capital norteamericano, que tenía 1.100 de pasivo y 1.700 de activo; y Astilleros Mallorca, con 600 de pasivo y 900 de activo.

Soluciones negociadas

En cambio, durante el año pasado fueron negociadas las -soluciones para General Eléctrica, que debía más de 1.000 millones a la banca americana, y para Torras Hostench, que tenía un millar de acreedores y cerca de 21.000 millones de pesetas de pasivo.

Igualmente, se ha reducido a 122 el número de quiebras, que fueron un centenar y medio durante cada uno de los cuatro últimos años. El descenso se ha visto claramente reflejado en los pasivos afectados: de 20.278 millones de pesetas en 1984 han pasado a 13.022 millones. No puede decirse lo mismo de,los activos, que ya habían disminuido un 60% el año anterior y ahora han sido 11.471 millones de pesetas.

Al descenso en el número de suspensiones de pagos y de quiebras, que parece mantenerse al comienzo del presente año, se ha sumado otra caída en el volumen de letras y efectos impagados. Los protestos de letras se han situado durante 1985 exactamente en la mitad de lo que fueron hace tres años.

Además, tienden a bajar con mayor espectacularidad en los primeros meses de 1986, debido a la mejora de las empresas y a la entrada en vigor de la ley cambiaria y del cheque, que otorga mayor protección jurídica a dichas cartas de pago.

Una de las consecuencias más inmediatas de la menor siniestralidad empresarial será que los bancos y cajas de ahorros verán afiviada la presión de la morosidad sobre sus balances, según medios financieros. Al tener que: destinar menos dinero a amortizar fallidos o a provisionar insolvencias, las; entidadades de crédite, dispondrán de mayor margen para no subir o para poder bajar los tipos de interés.

Aunque persiste el problema de los créditos a América Latina y a otros países del Tercer Mundo, la banca ha dedicado en 11985 unos 50.000 millones de pesetas menos que el año precedente a provisiones, como consecuencia del descenso en sus cuentas de riesgo moroso, en litigio o de dudoso cobro, que a finales de 1984 ascendían a 673.000 millones de pesetas. Sus Provisiones, deducibles del impuesto sobre beneficios, cubren más del 60% del riesgo moroso o de dudoso cobro.

Todos estos indicadores confirman el alto grado de sarieamiento alcanzado por la economía real. El menor peso de los costes salariales en el reparto de la renta, pues un 5,5% de ésta ha pasado durante los tres últimos años desde salarios a excedentes empresariales, según el último avance de la Contabilidad Nacional, ha permitido a las empresas reducir su dependencia del capital ajeno o elevar directamente sus beneficios.

La mejora podría seguir este año por un menor abaratamiento del capital, si se confirma la baja de tipos de interés, inducida también a nivel internacional por la baja del dólar y de las materias primas. No obstante, una nueva subida en los precios del petróleo supondría un duro golpe en este panorama esperanzador, según interpretan la mayoría de los expertos consultados.

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