Madrid tendrá que firmar un acuerdo para mantener el secreto sobre las armas atómicas y nucleares de Estados Unidos

España tendrá que firmar en breve un acuerdo bilateral con Estados Unidos por el cual se comprometerá a custodiar debidamente los secretos atómicos y nucleares que obtiene de EE UU a través de la OTAN. También deberá regularizar su situación en la OTAN, sobre todo en lo que se refiere al estatuto de personal.Dichos acuerdos no se firmaron en el momento de la entrada en la OTAN, en 1982, y su firma quedó congelada hasta aclarar la situación.

Para las cuestiones atómicas y nucleares, EE UU y España llegaron a un acuerdo provisional, graciosamente concedido por Washington por medio de un intercambio de cartas.

Los secretos sobre armas atómicas y nucleares (lo que se viene a llamar secretos atomales) son secretos de EE UU y no de la OTAN, y todos los países que participan en el Grupo de Planes Nucleares han suscrito acuerdos bilaterales con EE UU para proteger esta información que proporciona, no la OTAN, sino los norteamericanos. La situación española en este aspecto -y en el general de la información en la OTAN- planteó en el pasado algunos problemas con los mandos de la OTAN.

España tampoco ha suscrito seis convenios de la OTAN que sirven, algunos de ellos, para paliar el hecho de que la Alianza no existe jurídicamente. La OTAN, en contra de lo que pasa con organizaciones internacionales como la ONU o la CE, no tiene personalidad jurídica.

Pacto 'de caballeros'

Por ello, los países miembros han suscrito acuerdos entre ellos sobre el estatuto de sus fuerzas (Convenio de Londres de 1951), el estatuto de los representantes nacionales y del personal internacional (Convenio de Ottawa de 1951), sobre el estatuto de los cuarteles generales militares internacionales (Convenio de París de 1952) y sobre la protección de la información clasificada en materia de intercambio de tecnología. Los tres primeros convenios son públicos.Cuando ingresó, España logró un pacto de caballeros, por escrito, del Consejo del Atlántico Norte, para ir aplicando estos convenios aunque aún no los hubiera suscrito. La delegación española podría ver no reconocida la inmunidad diplomática, por ejemplo, ante un juez belga recalcitrante. O similarmente, un oficial de un país de la OTAN en una visita a España no estaría jurídicamente cubierto si le ocurriera algo.