El paro ha crecido durante 1985 sólo entre las mujeres, mientras que ha descendido en cinco regiones
El paro descendió el año pasado en cinco comunidades autónomas, fenómeno que sólo había ocurrido en alguna región de forma esporádica durante la crisis. Mientras en dichas comunidades la disminución ha sido de 41.000 desempleados, en las otras 12 ha crecido en 105.000. Según las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) que cierran el balance de 1985, el aumento nacional apenas afectó a los hombres; ha sido engrosado casi exclusivamente por mujeres, que han salido en masa al mercado de trabajo. Madrid, donde busca empleo 253.500 hombres y, 110.800 mujeres, ha sido la región más afectada.
De la población española con edad de trabajar (16 años), algo más de la mitad ha contestado a las encuestas del INE en los últimos años que estaba inactiva: el 51,2% a finales de 1984 y el 51,4% en 1985. Esta tasa es muy superior a la media europea, debido fundamentalmente a que casi las tres cuartas partes de las mujeres no buscaban trabajo o sufrían desempleo. Pero la tendencia ha cambiado durante el pasado año.El número de personas que se declaran activas, porque trabajan o porque buscan empleo, ha crecido en 117.300 durante 1985, a juzgar por los datos del INE. Excepto 9.300, todas han sido mujeres. Tan brusca incorporación de la mujer al mercado de trabajo ha permitido a las mujeres acaparar casi todos los nuevos empleos disponibles.
Explicaciones
A la hora de buscar explicaciones, podría decirse que la mejora de la actividad económica a finales de 1985 ha sido utilizada por las mujeres para disminuir su marginación. Fuentes oficiales han atribuido lo sucedido a "la importante acumulación en el pasado de lo que se ha llamado desanimadas": personas que no buscan empleo porque no esperan encontrarlo.Efectivarnente, el desánimo ha influido en que, durante los últimos años, la población activa (empleada o que busca trabajo) haya crecido menos de lo que cabría esperar del aumento vegetativo de la población en edad de trabajar. Pero ello no justifica la razón de una mínima afluencia de hombres al mercado de trabajo en 1985.
Por tanto, quizá el boom de las mujeres ha estado vinculado a una presunta discriminación salarial de la que faltan estadísticas. El auge de las nuevas formas de contratación -más baratas para las empresas-, así como la firme tasa de crecimiento del empleo femenino en el sector servicios -donde más abunda la contratación flexible-, parecen apuntar en la referida dirección.
Sin disponer de datos para confirmar o negar la eventual discriminación salarial de las mujeres, fuentes de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) han admitido que las mujeres se adaptan mejor que los hombres a la mayor parte de las nuevas modalidades de contratación flexible. Las mismas fuentes mencionaron a este respecto los contratos a tiempo parcial u otras modalidades que permiten a las mujeres el permanecer en casa cuando mejor lo requieren las faenas del hogar.
Concretamente, el número de mujeres ocupadas aumentó algo más de 45.000 durante 1985, según muestra la comparación de la Encuesta de Población Activa del último trimestre con la del mismo período de 1984. Sus empleos por menos de un tercio de la jornada laboral han disminuido en 2.700, hasta situarse a finales de año en 59.600.
Por el contrario, el número de hombres ocupados por menos de un tercio de la jornada ha crecido en 10.600 (hasta 37.200) y el de los ocupados en sentido estricto ha descendido en 3.200. Pese a ello, a finales del pasado año había 7.342.000 hombres ocupados en sentido estricto, mientras que el total de mujeres apenas sobrepasaba las 2.972.000.
Pero la afluencia de las mujeres ha topado con las limitaciones del mercado español de trabajo. De las 107.900 que se han incorporado al mismo en 1985, han pasado a engrosar el paro 62.800. Así, había al terminar el pasado año 1.059.500 paradas. En cambio, el número de varones que buscaban trabajo sólo ha crecido en 1.800, pese a lo cual cerró el ejercicio en 1.877.700.
Si se observan los estratos de edad, la salida al mercado de trabajo ha sido muy alta entre las mujeres con más de 25 años y menos de 54.
Mientras que han descendido en 24.000 las activas de 16 a 19 años, han aumentado en 136.000 las de 25 a 54 años, estrato al que pertenecen más de la mitad de las mujeres activas y 402.000 del largo millón de paradas.
Mayores de 25 años
Paralelamente, la ocupación dentro del grudo de mayores de 25 años aumentó en unas 70.000 mujeres, al tiempo que en el resto descendió en casi 20.000.Por ello, si las mujeres son mejor aceptadas que los hombres en los contratos a tiempo parcial o temporales, de acuerdo con lo comentado anteriormente, los datos parecen indicar también que encuentran dificultades para utilizar otras nuevas modalidades de contratación basadas en incentívar el empleo de las personas menores de 25 años con subvenciones o rebajas en las cuotas empresariales a la Seguridad Social.
Los fenómenos descritos se reproducen de forma amplificada más amplificada y desigual si se examina el comportamiento del paro por comunidades autónomas, resumido en el cuadro adjunto. Lógicamente, mayores resultan las desigualdades por provincias, incluso dentro de una misma región.
Desigualdades provinciales
Por ejemplo, Andalucía ha sido en 1985 la comunidad con tasa de paro más alta: 31,29% de la población activa. Pero en Cádiz y Sevilla ha superado el 33%, niveles sólo rebasados por el 34% de Badajoz, pese a que Extremadura exhibe el descenso hasta una media del 27,86%.Las provincias con menos paro eiran a finales del pasado año Lugo (5,4%), Lérida (6,8%), Orense (8%), Teruel (9,6%) y Huesca (9,9%). Todas estas tasas están dentro de niveles europeos de empleo, e incluso por debajo de la media registrada en algunos países.
Sin embargo, las citadas provincias tienen escasa industria y superan el porcentaje medio español de población activa que pertenece al sector agrícola, por lo que sus bajos índices de paro quizá sean inestables en el futuro. España emplea una población activa en la agricultura proporciorialmente muy superior a la media de la Comunidad Europea (CE). Además, por su baja productividad, el sector agrario es citado por los expertos como el que más empleo está abocado a destruir en los próximos años.
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