Yugoslavia, miembro indirecto de la OTAN

El 28 de febrero de 1953, pocos días antes de la muerte de Stalin, Grecia, Turquía y Yugoslavia concluían en Ankara un pacto regional cuyos tres primeros artículos se referían a defensa y seguridad colectivas. Conocido como Pacto Balcánico, fue el último destello de concordia entre Atenas y Ankara, recién ingresadas en la OTAN. De aquella manera el Pacto Atlántico se extendía, indirectamente, a Yugoslavia, país repudiado del bloque soviético el año 1948.Las principales críticas contra dicha entente llegaron de la Unión Soviética, que vio en ella un deslizamiento de Yugoslavia hacia la OTAN por Turquía y Grecia interpuestas.

Tampoco agradó la alianza en Italia, país que tenía entonces con Yugoslavia contenciosos fronterizos en torno a la zona de Trieste. El Pacto Balcánico siguió prosperando hasta convertirse en tratado de alianza, colaboración política y ayuda mutua tras la firma de un nuevo acuerdo en Bled (Yugoslavia) el 9 de agosto de 1954.

Consecuencias imprevisibles

El capítulo más delicado fue la delimitación de las responsabilidades grecoturcas de cara a la OTAN y respecto a Yugoslavia. Pero una intervención soviética en Yugoslavia -país donde ya se desencadenó la primera Guerra Mundial- habría tenido consecuencias imprevisibles a partir de la firma de aquel acuerdo.El Pacto Balcánico puede haber obedecido a un deseo de Tito de plantearle a la Unión Soviética la necesidad de reconsiderar su anatema y bloqueo contra Yugoslavia. Tras la muerte de Stalin, el año 1953, los acontecimientos venían sucediéndose en ese sentido, hasta producirse en 1955, en Belgrado, la fría reconciliación entre Tito y Jruschof.

Aquel mismo año, hordas callejeras toleradas por el Gobierno turco arrasaron los barrios de la minoría griega de Estambul ante rumores de que la mayoría helena iba a emprender un ataque contra la minoría turca de la entonces colonia británica de Chipre.

Nunca denunciado por ninguna de sus partes, el Pacto Balcánico se extinguió sin que haya dejado de existir en los archivos, al preverse su renovación automática a los veinte años de su conclusión.