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Malestar en Las Palmas por la donación a Tenerife de un vapor construído en 1912

La donación por su propietario particular al Cabildo de Tenerife del viejo buque de vapor La Palma, que comunicó entre sí desde principio de siglo las islas del archipiélago, ha desatado una polémica entre los titulares del Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento de Las Palmas (Gran Canaria), ambos socialistas.

La disputa de esta insólita herencia ha puesto nuevamente de actualidad el pleito que enfrenta históricamente a las dos provincias canarias. El reciente acuerdo del Cabildo insular de Tenerife de aceptar el regalo del popular correíllo, por parte de su dueño actual, el holandés Juergen Flick, desató la reacción inmediata del Ayuntamiento de Las Palmas, donde está fondea do el barco desde hace 10 años. Mientras Flick sólo reconoce las negociaciones con la citada corporación insular, el alcalde Juan Rodríguez Doreste le recuerda que su Ayuntamiento de Las Palmas ya había acordado hace tres años la recepción del buque, que no se ha podido materializar, según el mismo, por "dificultades técnicas".El caso del La Palma se ha convertido en el tema político de las islas. Tanto el presidente del Cabildo tinerfeño, José Segura, como el alcalde, Juan Rodríguez Doreste, han convocado sendas conferencias de Prensa para explicar sus versiones de los hechos. En Las Palmas ha nacido una autodenominada Asociación de Amigos del La Palma, que trata de evitar que la nave se vaya a Tenerife. A este mismo deseo se han unido organizaciones políticas de Gran Canaria (CDS y Agrupación Insular de Gran Canaria) y otros estamentos sociales, como el profesorado y alumnado de Ingeniería Técnica Naval de la universidad Politécnica de Las Palmas y el Cabildo de la isla.

José Segura ha hecho oídos sordos a las desesperadas palabras: "Estoy decidido a que el histórico barco se quede en Las Palmas", y ha reafirmado su propósito de remolcar de inmediato el desvencijado buque a puerto tinerfeño, "porque en nuestra isla hace falta crear conciencia marinera". El acuerdo de hacerse con el La Palma fue adoptado en un reciente pleno, en el que el PSOE contó excepcionalmente con el apoyo de los Grupos Popular y Mixto. Antonio Daraco, consejero del Mixto, justificó su voto en que, "por primera vez desde 1982, algo de Las Palmas viene para Tenerife".

"Ahora empieza el gran reto", sentenció Segura Clavell. El correíllo, que había sido ofrecido también al Gobierno autónomo, tendrá que ser remolcado de una isla a otra, y ha surgido el interrogante de si la vía de agua que ponía en peligro su flotación resistirá la larga travesía. Las autoridades de la marina mercante, según el presidente del Cabildo, le han dado garantías, pero, por si acaso, la junta del puerto de Las Palmas exige un seguro para el reflotamiento de la embarcación.

El Cabildo de Tenerife instalará, en colaboración con la junta del puerto de Santa Cruz de Tenerife, el La Palma en una piscina artificial que se construirá en el muelle norte de la capital, a fin de utilizar el barco como un museo flotante. Pero antes habrá de sufrir reparaciones por un valor de 40 millones de pesetas; el citado correíllo es el único, junto al Viera y Clavijo (utilizado en Holanda con fines culturales similares), que no ha sido desguazado de la serie de seis vapores iguales que fueron construidos en 1912.

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