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Muere una terrorista en el atentado contra un colaborador del jefe de Gobierno italiano

Juan Arias

Antonio da Empoli, de 47 años, responsable del departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la presidencia del Gobierno, designado para el cargo por el primer ministro, Bettino Craxi, el 30 de enero, fue ayer por la mañana objeto de un atentado en la capital, durante el cual su chófer y guardaespaldas logró herir mortalmente a una terrorista del comando. Da Empoli resultó con heridas leves.

Antonio Da Empoli sufrió heridas leves en una mano y un pie en un atentado que ha causado una fuerte impresión en Italia, ya que, 48 horas antes, corrió por la Bolsa de Milán el rumor de que Craxi había sufrido un atentado, seguida de otro, igualmente infundado, sobre el presunto secuestro del ministro de Defensa, Giovani Spadolini. Aunque no tardo en conocerse la falsedad de ambos bulos, fue imposible conocer su origen y su repercusión en las cotizaciones bolsísticas fue inmediata.La acción terrorista de ayer, que se produjo tras el asesinato, el pasado 10 de febrero, del ex alcalde republicano de Florencia Lando Conti, y fue realizada 24 horas después de la sorprendente detención del jefe mafioso Michele Greco, fue reivindicada por un grupo denominado Unión de Comunistas Combatientes. Sus siglas (UCC) coinciden con las del grupo Unidad Combatiente

Comunista que, días atrás, se responsabilizó del asesinato de Conti. Diversos observadores estiman que se trata de grupos formados por antiguos militantes de las Brigadas Rojas aún en libertad, a los que se han añadido elementos más jóvenes.

La terrorista que resultó ayer muerta en el acto, gracias a la reacción fulminante del chófer de la víctima, no era, como se pensó en un primer momento, la brigadista roja Gianfranca Lupi, buscada inútilmente por la policía desde 1981, sino Wilma Monaco, y sobre ella pesaba una orden de captura por participación en banda armada. Wilma era la esposa del también brigadista Gianni Pelosi, detenido por los carabineros el 9 de julio pasado en Ostia, junto con la famosa terrorista Barbara BaIzenari.

No existe la certeza de cuántos miembros integraban el comando atacante. Según algunos testigos, eran cuatro: dos hombres y dos mujeres, en sendas vespas, una las motos blanca, hallada después por la policía junto con una peluca y una pistola P-38 y una ametralladora alemana PM-40. Informaciones no confirmadas indican que la policía detuvo ayer a dos presuntos miembros del mismo comando.

Según algunos observadores, el atentado de ayer podría ser la demostración de que las Brigadas Rojas aún colean y que se presentan en el escenario político cada vez que en el país hay olor a chamusquina de crisis, como ocurre en este momento, en el que se habla ya de nuevas elecciones anticipadas ante la fragilidad de la actual coalición de Gobierno.

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Existe además en algunos medios gubernamentales miedo a que este renacimiento repentino de las Brigadas Rojas pueda estar relacionado con el importante superproceso contra la Mafia que se está celebrando con tantas dificultades en Palermo ya que, desde hace tiempo, se sospecha que existen connivencias entre una cierta mafia y un cierto terrorismo, tanto rojo como negro.

En Roma había ayer una enorme expectación por saber si Michele Greco, El Papa, el famoso jefe de la Mafia de quien se afirma "que jamás aceptó órdenes de nadie", se presentaría o no al proceso de Palermo, en el que es uno de los grandes acusados. Greco ha sido ya condenado a cadena perpetua por el asesinato del juez Rocco Chinnici y está acusado también del homicidio del general Carlo Alberto Dalla Chiesa.

Ausencia de Greco

Sin embargo, don Michele, que pidió y obtuvo que nadie le fotografiase -excepto la policía, naturalmente-, y que ninguna cámara de televisión se acercase a él, no se presentó ayer en el aula bunker de Palermo. De momento, está siendo interrogado por los jueces que trabajan ya en el nuevo proceso de la Mafia, en el cual se analizan las responsabilidades de tipo político, o de tercer nivel.

Con la presencia de don Michele, el proceso de Palermo adquiere una complejidad aún mayor. Se afirma que de su comportamiento podría incluso depender el que el proceso vaya adelante o pueda empantanarse, y hasta aplazarse.

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