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Divergencias en el Gobierno en torno a la baja de las gasolinas

El Gobierno parece dividido en dos frentes bien diferenciados en torno a la mejor manera de repercutir en la economía la caída de los precios del petróleo. El último Consejo de Ministros estudió un informe sobre las repercusiones en España de este histórico fenómeno, pero decidió aplazar cualquier decisión a la obtención de datos "más fiables sobre la evolución del mercado mundial". Algunas fuentes predicen una decisión en el consejo de mañana, viernes.Los dos frentes no son monolíticos ni se ajustan, en líneas generales, con los diferentes ministerios involucrados, es decir, Economía y Hacienda, por un lado, e Industria y Energía, por otro. No obstante, sí parece claro, según las fuentes consultadas, que Industria favorece un reajuste pequeño de los precios de los derivados del crudo mientras que en Economía y Hacienda existen dos bandos: los planificadores, que sí admiten la posibilidad de repercutir al consumidor algunas de las ventajas de los precios del crudo, y el de los monetarios, más precoupados por el control del déficit público y por los efectos que supondría un estímulo de la demanda en las variables monetarias.

La clave del asunto, en todo caso, descansa en el presidente del Gobierno. Unas declaraciones, el martes, de Felipe González insinuaban que el presidente, en última instancia, puede inclinarse por bajar los precios de las gasolinas y del resto de los productos energéticos derivados del crudo. En esta opinión interfieren factores económicos y los meramente políticos. No hay que olvidar que la presión popular por unos precios más bajos se incrementa con las noticias procedentes de Europa, donde ya se están repercutiendo las ventajas sobre los consumidores.

Menor déficit

Los beneficios financieros para España de la reducción de los precios internacionales se estima que pueden estar, si se une el factor dólar, entre 200.000 y 300.000 millones de pesetas en este año. En Hacienda, esto se considera "casi, casi un milagro". Que la OPEP venga, aquí y ahora, a echar una mano en la difícil hora de reducir el déficit es algo que tiene más que ver con la providencia que con la política económica.Pero la realidad es así, aunque en Industria y Energía se contempla con agobio, más que con preocupación, el fuerte desequilibrio que la baja de los precios del crudo va a suponer en el edificio-entelequia que puede ser el Plan Energético Nacional de 1983. Este plan se basó en unos precios altos y estables del crudo. Si ahora bajan, el PEN-83 es algo más que un papel mojado. Es un ejercicio inútil, según fuentes del propio ministerio.

En Industria se favorece una modificación cosmética de los precios, más para salvar la cara que otra cosa. Se trataría de bajar entre tres y cinco pesetas las gasolinas, reducir el diferencial con el gasóleo de automoción y, si tienen éxito las gestiones con Argelia para modificar el precio contractual del gas, bajar también el fuel.

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