El Pacto de Varsovia, respuesta al ingreso de la RFA en la OTAN
El 14 de mayo de 1955, Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, la República Democrática Alemana, Rumania y la Unión Soviética firmaron -entre otras razones, como reacción al ingreso de la República Federal de Alemania en la OTAN- el Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua, generalmente conocido como Pacto de Varsovia.
Renovado por 20 años
En 1985, una vez acabada su vigencia de tres décadas, fue renovado por 20 años más.
En 1961, en razón de sus diferencias ideológicas con Moscú y su identificación con la política de Pekín, Albania dejó de participar en la organización del Pacto de Varsovia.
Tras la invasión de Checoslovaquia por los ejércitos del Pacto de Varsovia, en 1968, Albania anunció su retirada del pacto, al considerar "que de un tratado de defensa contra la agresión imperialista" se había convertido "en un tratado de agresión contra los propios países socialistas". Hungría se retiró brevemente del pacto en 1956, cuando la insurrección magiar contra la URSS, pero, tras el fracaso del levantamiento, volvió a ingresar.
El artículo 4 del tratado, similar al de Washington, señala que "en caso de ataque armado en Europa contra uno o varios de los Estados parte, por cualquier Estado o grupo de Estados, cada Estado parte en el tratado ( ... ) prestará al Estado o Estados víctimas del tal ataque una inmediata asistencia, individualmente o en acuerdo con los otros Estados parte ( ... ) por todos los medios que considere necesarios, incluido el uso de la fuerza armada".
La decisión de crear un mando militar unificado se plasmó en un acuerdo separado. No obstante, la organización militar del pacto -y en él no hay una figura política como la del secretario general de la OTAN- es aún bastante desconocida para el mundo occidental, al menos en lo que a referencias públicas se refiere.
Hay un mando supremo conjunto de las fuerzas unificadas -cargo que siempre recae en un soviético- y viene apoyado, como en la OTAN, por un, consejo miritar y un Estado Mayor, a cuya cabeza está también un soviético.
Las fuerzas integradas, también como en la OTAN, no son todas las fuerzas de los países miembros. Sin embargo, para Michel Tatu, experto del diario francés Le Monde en estos temas, "a la mínima crisis está claro que el conjunto de los ejércitos de los países miembros pasaría bajo el mando del pacto, el cual no es más que un apéndice del Estado Mayor general soviético". Tatu considera que -dados los estrechos vínculos políticos, militares y económicos en el seno del Pacto de Varsovia-, su desaparición no cambiaría la realidad vigente, en contra de lo que ocurriría en la OTAN.
Instrumento de represión
El Pacto de Varsovia ha sido a menudo un instrumento de represión interior en los países que lo forman. Y la fiabilidad de sus ejércitos para responder conjuntamente en un ataque es dudosa. Siempre se ha dicho que una parte de los ejércitos de los países del Pacto de Varsovia podría aprovechar la situación de un conflicto para disparar contra las fuerzas soviéticas.
Hay tropas soviéticas estacionadas permanentemente en la RDA, Polonia, Checoslovaquia y Hungría.
Salvo raras excepciones, las fuerzas de los países del pacto (URSS exceptuada) no suelen estacionarse en otros países del mismo, salvo para maniobras que puedan ser largas.
Hay diferencias entre el Pacto de Varsovia y la OTAN. Esta última nunca ha declarado que renuncia a ser la primera en usar las arnias nucleares en caso de conflicto.
En junio de 1982, el entonces líder soviético, Leónidas Breznev, dio este paso, con una declaración de renuncia unilateral al primer uso.
Otra diferencia es que el Pacto de Varsovia es mucho más eficaz en lo que al uso de recursos para los equipos militares se refiere. La Organización del Tratado del Atlántico Norte gasta más que el Pacto de Varsovia para obtener una menor defensa.
Y ello se debe a la proliferación de industrias armamentistas nacionales con distintas normas. La armonización es la norma en el Pacto de Varsovia.
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