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Técnicos de Iberia descubren intentos de sabotaje en dos aviones de la compañía durante una revisión habitual

Técnicos de mantenimiento de Iberia advirtieron, los pasados 31 de enero y 4 de febrero, sendos casos de sabotaje en aviones de pasajeros de la compañía -un DC-9 y un Boeing 727- en el curso de una revisión ordinaria en el hangar número 4 del aeropuerto de Barajas (Madrid), según confirmó a este periódico un portavoz oficial de la compañía Iberia. Los sabotajes consistieron en cortes de cables calificados como "no vitales" por los especialistas en mantenimiento consultados, que aseguraron que en ninguno de los dos casos se habría visto afectada la seguridad de los viajeros en pleno vuelo.

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El largo camino antes del despegue

El primer caso de sabotaje se advirtió el pasado 31 de enero en el DC-9 de Iberia, con matrícula LCBECBYL, que se hallaba en el hangar número 4, en una de las fases finales de la revisión de mantenimiento menor. Los técnicos descubrieron que cuatro cables conectados a las luces de aviso de despliegue del tren de aterrizaje estaban cortados. Los técnicos y el portavoz de la compañía coinciden en señalar que el alcance de esta avería afectaba solamente a la luz que indica la situación del tren de aterrizaje pero no al mecanismo que permite accionarlo.La dirección de la compañía decidió entonces reforzar las medidas de seguridad en los hangares e intensificar las pruebas de revisión antes del momento de despegue. Cuatro días después se advertía un nuevo caso, esta vez en un Boeing 727 de la misma compañía, con matrícula ECCBC, que se encontraba junto al DC-9 en el mismo hangar. El cable cortado afectaba en esta ocasión a las válvulas de vaciado rápido de combustible. Este sistema, según explicaron los especialistas en mantenimiento, es utilizado en casos de emergencia en que se declara fuego en alguno de los motores de reacción que impulsan los aviones.

Los dos aviones saboteados fueron acordonados por un fuerte dispositivo de seguridad y el acceso al hangar 4, situado en una zona industrial conocida como La Muñoza -al norte del aeropuerto de Barajas-, sólo era posible a través de unos rigurosos controles.

El portavoz oficial de Iberia señaló que se trataba de los primeros caso de sabotaje detectados en los últimos años, e insistió en el rigor de las medidas de control "que permitieron detectar las averías antes de que los aviones abandonaran el hangar".

Las mismas fuentes precisaron que estas averías son fácilmente advertibles en las revisiones previas al despegue de los aviones, y añadieron que "en cualquier caso, no habrían afectado en absoluto a la seguridad de los pasajeros en pleno vuelo". Aproximadamente las tres cuartas partes de la flota de Iberia, compuesta por 85 aviones, está integrada por unidades de DC-9 y Boeing 727, usados para vuelos nacionales y europeos de corto alcance.

La dirección de la compañía denunció los hechos a la Guardia Civil y a la Policía Nacional. Las investigaciones realizadas desde hace dos semanas no han permitido averiguar hasta el momento quién causó las averías ni si actuaba o no en solitario.

Pacto de silencio

Asimismo, los miembros del comité de empresa de Iberia admitieron haber recibido "puntual información" de la compañía al poco tiempo de cometerse los sabotajes. Los hechos no trascendieron a la opinión pública debido al "pacto oral" entre los delegados del comité de los trabajadores, integrado por UGT -sindicato mayoritario-, CC OO, Sindicato Independiente de Transporte Aéreo (SITA), USO e independientes.

Diversas asambleas informativas sirvieron para poner al corriente de lo sucedido a gran parte de la plantilla de Iberia. "La delicadeza del tema", señaló un miembro del comité, "y la posibilidad de que tanto la compañía como los propios trabajadores salieran perjudicados motivaron este silencio". "Además", añadió, "la dirección de Iberia se comprometió a reforzar la vigilancia y a facilitar las cosas para dar con el culpable, y en esto último cuenta con el apoyo de prác,ticamente toda la plantilla".

UGT y CC OO reconocen sus diferencias con la empresa en algunos temas, pero ambas centrales sindicales coinciden en manifestar su repulsa "ante un hecho que es totalmente injustificable".

La situación laboral en la empresa atravesó uno de sus peores momentos en el verano de 1984, cuando miles de españoles convirtieron las salas de espera de los aeropuertos en improvisados dormitorios. En el mes de julio, el Sindicato Español de Pilotos de líneas Aéreas (SEPLA) convocó una huelga en protesta por el despido de tres comandantes. El SEPLA acusó entonces a Ibería de "atentar contra los derechos sindicales de los pilotos".

La Asociación Española de Técnicos de Mantenimiento de Aviones (ASETMA) promovió varias jornadas de huelga dos meses después en protesta "por la negativa de Iberia a impartir cursos de formación" y por "la reestructuración encubierta que pretende llevar a cabo Iberia bajo una así denominada clasificación".

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