_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Buda

Manuel Vicent

¿Ves a ese Buda de sonrisa feliz, de gran barriga sonrosada? Pues aunque no lo parezca, Buda tenía úlcera de duodeno. El misterio se ha revelado mediante un manuscrito descubierto bajo el polvo de un monasterio del Tibet y en él se ha podido leer, en versículos crípticos casi indescifrables, que el estado de fuego interior que el Maestro Espiritual trataba de ahuyentar no era sino el ardor gástrico. Cuando Buda un día comprobó que el pensamiento siempre deja como recuerdo una llaga en las vísceras bajas, decidió sentarse a la sombra de una higuera para anular la inteligencia corrosiva, y allí, en la vertical de una breva, creó una escuela de canto celeste. Por lo visto, nunca logró que su úlcera cesara de sangrar, puesto que Buda en el fondo buscaba desesperadamente la salvación y ese deseo se paga. Luego los discípulos lo convirtieron en una redonda imagen de oro, con el abdomen orondo, cuyo fulgor ha atravesado la historia del espíritu; pero hoy se ha desvelado que su sonrisa era un rictus de dolor de estómago y su envidiable barriga un producto del arroz.Comprendo que el ser humano tenga la vana pretensión de salvarse y que algunos hombres adornados con extrañas vestiduras se pongan en cabeza para conducir hasta el final una imprudencia tan temeraria. El papa de Roma acaba de viajar a la India, donde Buda, después de varios milenios, aún reina inútilmente sobre el sufrimiento del cuerpo y la miseria del alma que no ha sido extirpada por ninguna filosofía. Wojtyla ha cogido de la mano al Dalai Lama y sin duda le habrá explicado los remedios que para este caso tiene el espiritualismo de Occidente. Buda pasó toda la vida con la mente en blanco, mirándose el ombligo y no consiguió que se le cerrara la úlcera. Yo me pregunto cómo va a curar Juan Pablo II el dolor de estómago con una moral llena de acidez, con una religión que no contiene bismuto sino amenazas y promesas que generan ansiedad. Si Buda no logró relajarse desnudo y coronado de higos ante el fluido de la naturaleza. ¿Qué le habría pasado a su duodeno si se hubiera visto obligado a elegir entre el cielo y el infierno de los cristianos?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_