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700.000 personas asistieron al mitin que cerró la campaña de Cory Aquino en Filipinas

El presidente filipino, Ferdinand Marcos, a dos días de una elección en la que se juega el cargo, continúa firmando órdenes que reparten títulos de propiedad de tierras, aumentando los precios de algunos productos agrícolas o prometiendo rebajar el precio de la gasolina. Son ofertas destinadas a captar el voto de los 24 millones de electores, frente a la candidata de la oposición, Corazón, Cory Aquino, que ayer cerró su campaña electoral con un mitin en Manda al que acudió una multitud de 700.000 personas.

Marcos, de 68 años de edad, visiblemente afectado en su estado de salud -se habla en Manila de que está sometido a diálisis, a causa de una grave enfermedad renal- intentó convencer ayer en Manila al foro de hombres de negocios agrupado en las cámaras de comercio conjuntas filipina e internacional.El presidente prometió la reactivación económica del país y la victoria, en menos de un año, sobre la "subversión comunista" que amenaza al actual régimen filipino y que propugna el boicoteo de las elecciones del próximo viernes.

La alternativa o yo o el caos, expuesta por Marcos con voz titubeante, no logró arrancar aplausos entusiastas entre representantes de un mundo empresarial que parece inclinado a optar también por el cambio de rumbo en la política filipina.

Líder en declive

Marcos, que tras 20 años en el poder aparece como un líder en clara pérdida de influencia, sin que ello signifique que haya dicho su última palabra, confía en su aureola populista, en la influencia y el control de su partido, el Movimiento para la Nueva Sociedad, y, si fuera necesario, en el apoyo del Ejército para continuar en la presidencia por otros seis años, tras 20 en el poder, zanjando así el escollo electoral.Pero, tanto en los sectores más humildes como en el mundo de los banqueros, en la Iglesia y, en menor medida, en las fuerza armadas, la operación relevo di Ferdinand Marcos parece estar ya en marcha.

A pesar de los esquemas de autoritarismo en que vive Filipinas, la oposición lleva una campaña abierta, aunque está marginada de la Prensa y la televisión, medios de comunicación controlados por Marcos. Millones de filipinos quieren creer en una alternativa mejor, en medio de un ambiente festivo que roza "la misma euforia que se sintió tras la liberación en la Segunda Guerra Mundial y una especie de fiesta carnavalesca", como comentan en la sede de Unido, agrupación de los principales partidos de la oposición que lanzó la candidatura presidencial de Corazón Aquino y la vicepresidencial de Salvador Laurel.

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La oposición reunió ayer en Manila a unas 700.000 personas en el Luneta Park, frente a la bahía. Habían esperado durante seis horas para oír y ver como Corazón Aquino cerraba la campaña. La candidata opositora fue recibida con gritos de "Cory, Cory, Cory", tras haber recorrido las principales avenidas de la capital, desde cuyos edificios los partidarios del tándem Aquino-Laurel lanzaban las hojas amarillas de los listines telefónicos, previamente cortadas en finas tiras. El color amarillo y la canción Yellow Ribbon son los símbolos de la oposición desde el asesinato de Benigno Aquino en agosto de 1983, cuya antorcha carismática recoge hoy su viuda, para ofrecer uña alternativa democrática al régimen de Ferdinand Marcos.

Problema sucesorio

Además de a los escándalos financieros de inversiones particulares en Estados Unidos -cifradas en decenas de millones de dólares-, a las dudas sobre su pasado patriótico durante la II Guerra Mundial, y a la visible pérdida de influencia entre sus protectores norteamericanos, el presidente Marcos debe hacer frente ahora a su debilitado estado de salud, aspecto que abre el tema de la sucesión presidencial, con o sin victoria de la oposición.Marcos escogió a su ex ministro de Asuntos Exteriores, Arturo Tolentino, de 75 años de edad, como candidato a la vicepresidencia. Tolentino, que dimitió anteriormente del equipo gubernamental por diferencias en materia de política exterior, no aparece como un claro sucesor del actual jefe de Estado en caso de incapacidad física o fallecimiento de Marcos. En las filas de la oposición, este hecho resucita la posibilidad de una reaparición, en el primer plano de la escena política filipina, de la influyente esposa del presidente, Imelda Marcos, como un intento para perpetuar una dinastía en la que muchos filipinos, sumergidos en un ambiente de pobreza y crisis, han dejado hace tiempo de creer.

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