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Ser y estar

Los que "hablamos puro castilla", como decía una india mexicana, gozamos el privilegio de poder diferenciar ser de estar, que en otras lenguas se unifica en un solo verbo. Gracias a ello, pudo decir César Vallejo: "En la apertura de la doble tumba, de esa otra tumba con tu ser y de esta de caoba con tu estar". Y para llegar a ser es necesario vivir. Pero resulta que se vive en la gris, monótona repetición de los días, en ese espacio homogéneode que hablaba Bergson. En la vida se existen pocas o muchas veces: algunos, solamente una tarde de verano; otros, abrazados al bruto misterio de sus cuerpos, y aquellos, los más remotos, solamente unas claras mañanas de invierno, al asomarse a la aurora. Pero todos, aunque sea mucho o poco, existimos lo que vivimos, sin distinción. Se es, pues, al existir. La existencia es la vida en su plenitud o totalidad de aliento.Por ello no podemos diferenciar a los que son de los que únicamente viven, como la ontología existencial que escinde al Ser de los seres, a lo ontológico de lo óntico, a las criaturas auténticas, es decir, a los que son, de las inauténticas, de las que no son. Esta jerarquia que establece una diferencia o abismo entre los seres reales y los'irreales es radicalmente falsa. En primer término, porque ser es una categoría de la existencia, es un llegar a serlo, estar haciéndose continua e incesantemente, sin desmayar. Todos existimos y por consiguiente somos. Más aún, no podemos ser sin existir.

Y todos gozamos de un momento supremo en nuestras vidas en el que existimos totalmente. Es el instante de felicidad de Hölderlin, breve, efímero porque desaparece en la noche. Y en esos momentos nos creemos como dioses. ¿Por qué nos descubrimos divinos? Porque nos sentimos ser sencilla y simplemente como hombres o mujeres completos y totales. Al fin y al cabo, los dioses siempre existieron como espejos de los hom-

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Ser y estar

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bres. En, consecuencia, si vivimos libremente podemos llegar a esa perfección idéntica del ser. Seamos, pues, existiendo.

Pero para llegar a ser necesitamos mucha paciencia. Por suerte, el tiempo es una bendición, decía Bergson, porque impide que todo pase de una vez, todo de golpe y en un golpe. Así pues, el tiempo nos da mucho tiempo para llegar a ser. En realidad, tenemos que ir haciéndonos, andando por un camino abierto. El hombre es por esencia dialéctico, se construye, se destruye y deshace, peregrina. En fin, existir es abandonarse a las cosas de la tierra, entregarse a todas ellas, sin reservarse ni un ápice. Vamos aprendiendo mediante el dolor y el amor a serenarnos, a tranquilizar el corazón inquieto y sediento. Así florecemos lenta y pausadamenté, avanzamos sin saber adónde nos dirigimos. Existir es como peregrinar, desprendiéndonos de todo lo que nos ata y enternece. No, no podemos detenernos en ningún lugar ni tampoco quedar prisioneros de un rostro, por más querido que nos sea. Llegar a ser significa desgarrarse a sí mismo, ir desapareciendo para afirmarse. Todo lo que ha llegado a ser el hombre es una creación de sí mismo. Ser es, pues, obra de la existencia. Claro está que significa un esfuerzo, un viaje, una tensión del deseo, del querer. "He llegado a ser algo", se dice para expresar este tesón de ascender a la cumbre de la serenidad lograda o conquistada. Y todos llegamos a ser, aun el más humilde ejemplar de la especie.

Ahora bien, el tiempo recorrido o vivido es también una maldición, porque nos fragmenta y divide y no nos deja ver nuestra realidad, los logros de nuestro andar. Porque el tiempo es sucesividad continua, lento, moroso o fugacidad rápida, discontinua desgarradora.

Pero no nos disgustemos o enfademos por su lógica pausada, tranquilizadora, o por la angustia que su fugacidad nos provoca. Como el tiempo es espacial, en una breve ráfaga temporal pueden ocurrir sucesos magnos, graves y decisivos, y durante una notable extensión de días y años no pasarnos nada. En consecuencia, el tiempo, tiene un sentido, pues nos hace llegar a real¡zarnos, creando una realidad la del propio espacio de nuestro ser.

Luego vivir para ser es lucha, afán, esfuerzo continuo y persistente. Bien, ¿y todo esto para qué? ¿Para morir y desaparecer? ¿Ser, pues, para la nada? Hay distintas respuestas a esta interrogación desesperada: la castellana: "Cuando pienso que tengo que morir, echo la capa al suelo y me harto de dormir"; la peruanísima de Vallejo: "Si después de tantas palabras se queda el pájaro parado, más vale que no hablemos"; la alemana de Bretch: "Vosotros morís con todos los animales. Y después no hay nada más". Sin embargo, no desesperemos. Ser es para estar. Se vive solamente tina vida o tal vez muchas dentro de la misma, pero todo lo que ha llegado a ser está ahí. "Irdisch gewesen zu sein, scheint nicht widerrufbar" (Rilke). Haber sido terrestre una vez es imborrable.

Todo lo que es, es decir, ha llegado a ser, ahí permanece para siempre, pero se queda muy quedo, callado, invisible.

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