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Fraga

FRANCISCO UMBRALFraga y Girón, los únicos ministros "brillantes" en 40 años de franquismo / Franco, que le había entregado la economía al Opus, decide entregarle la cultura a Fraga / Con Fraga, la'dictadura se hace locuaz / Cuando hace Sialtar el caso Matesa, Fraga no trata tanto de sanear el Régimen como de exterminar el único grupo de presión que la hace competencia en la "modernización" de España / El Opus Dei es un complejísimo montaje y Fraga está sólo con su cuñado y cuatro poetas del SEU / De la vieja política romanonista, tan denostada por él, le ha quedado a Fraga el parlamentarismo "chistoso".

Creo que ya se ha contado en estas memorias, rabiosamente persona les, honestamente generales, memorias parciales del siglo XX (Dios nos libre de hacer cosas "totales"), cómo Franco eligió a Raimundo Fernández Cuesta, entre hombres mucho más brillantes, para primer Secretario General del Movimiento o, cosa así: Franco llegó incluso a sugerir que no quería competidores ni poderes paralelos. De acuerdo con este criterio, los 90 ministros de Franco (1) (que luego fueron más) se caracterizan por la grisalla personal, profesiónal y política que los unifica, salvo dos: Girón y Fraga. A Girón ya le hemos dedicado entrega. Fraga, desde los tiempos del SEU y los Colegios Mayores hasta su famosa "apertura", pasando por el Instituto de Estudios Políticos, que llevó creo recordar que mucho tiempo, se caracteriza por una combatividad ideológica y una capacidad de trabajo que, antes o después, habían de llamar la atención del César Visionario. Fraga completa carreras, aprueba oposiciones y gana cátedras. Hasta es cribe libros. En los primeros se senta, cuando surge la revista Acento, dirigida por mi entrañable Carlos Vélez (revista que viene a expresar lo más avanzado intelectualmente y disconforme política mente del SEU frente al Sistema), Fraga escribe la primera página del primer número. Acento Cultural, que éste era el nombre completo de aquella publicación mensual, previsiblemente duró pocos meses. Franco, que, como se ha visto o no se ha visto, había entregado el poder económico al Opus, pero quizá nunca se enteró de su aventura intelectual (ya reseñada aquí), decide entregarle la cultura e, íncoherentemente, el turismo a Fraga. En España, la cultura es siempre esa prima sobrante a la que se empareja con cualquier otra cosa también sobrante (2). Con Fraga, la dictadura se hace locuaz. La locuacidad de Girón, de que ya nos hemos ocupado, era interior, se producía para consumo del sistema. Fraga, por razones más temperamentales que políticas, hace un "presidencialismo" locuaz. En principio, el dinero del turismo, que es "su" dinero, le permite alguna brillantez exterior tipo Potemkim. Luego cambia la estrategia del Régimen en cuanto a relaciones públicas. Al silencio de Franco, o a los tópicos de costumbre, que no eran sino visualidad sonora (silencio), Fraga añade un hablar largo y tendido. Cundo el caso Grimau, repetidamente aludido en estas memorias, contesta a todos los intelectuales españoles, dentro de la estética de su dialéctica, que incluye el insulto y la denuncia personal. Hay aquí un afán ingenuo de tener razón que se diferencia del sórdido cinismo absolutista. Fraga cree que puede racionalizar el sistema, hacia adentro, en sus libros y clases, y cree que puede racionalizarlo hacia afuera, mediante cartas, bandos o lo que haga falta. Su cuñado, Robles Piquer, cabeza mucho más serena (somos' el país de los cuñados) y mucho mejor prosa que la suya, le ayuda eficazmente en esta tarea. Lo malo de este país es que siempre elegimos al cuñado del cuñado. Los cuñados de los grandes suelen ser una versión un poco más practicable que el grande. En este sentido, Mussolini era un poco el cuñado de Hitler. (La noticia de la no utilización de Canarias como base nazi se debe a Mussolini, en la guerra mundial, y algún rotativo ha ironizado sobre ella, pero no es mía, sino de Serrano Súñer, autor al que hay que leer, y otro cuñado insigne de España.) Pero a Fraga, hombre de buena voluntad (siempre que la voluntad que,se impone sea la suya), le traiciona pronto el sistema neurovegetativo y pega gritos. No está psicosomáticamente construido para demócrata.

Fraga no ignora que "los hechos son testarudos", pero quiere ser más testarudo que los hechos. Cuando hace estallar el caso Matesa, con Vilá-Reyes a la cabeza, no trata tanto, naturalmente, de sanear el Sistema como de dinami tar el único grupo de presión que le hace competencia en la "modernización de España". El Opus es todo un montaje y él está solo con su cuñado y unos cuantos poetas del SEU. Los del Opus saben de números y él sabe algo más de letras: no ignora que el César Visionario prefiere los números a las letras. Entonces se limita a hacer público, sin previo aviso, lo que todo el establishment sabía: que Matesa era un fraude consentido al Estado y un fraude ignorado al pueblo español. El Opus tiene el dinero enfermo de las falsas exportaciones y Fraga tiene el dinero saludable del turismo (3). Se sienta fuerte. Dinamita al Opus en todas sus alas, incluida la izquierda (diario Madrid, aunque el agente de esta dinamitación fuese Sánchez Bella). Pero el César Visionario, como siempre, establece que no ha pasado nada, y sólo mucho más tarde el Opus recuperaría el favor de palacio, vía Carrero Blanco, y Fraga se iría a hacer cursos de demócrata acelerado a Londres. Fraga es un presidencialista natural, napoleónico, por amor al Poder, por necesidad de Poder, mucho más que por necesidad de dinero, y cada día le cuesta un esfuerzo rechinante adaptarse a la democracia.

Como ministro del Interior, creyó que había llegado el momento de la aceleración histórica, dejando que se le disparase lo menos político de su personalidad. En personaje tan rico de anécdotas, quisiéramos hacer un análisis poco anecdótico. El presidencialista visceral y el demócrata autoritario han luchado en su interior toda la vida, y él deja salir del armario a uno u otro, según el tiempo que haga.

Quizá tiene uno ya escrito en estas memorias que, a partir de la Santísima Trinidad, todo puede dividirse por tres. Así, la era de Franco:

- Autarquía falangista.

- Ingeniería económica del Opus.

- Ingeniería social de Fraga.

Fraga, como ingeniero/social, es un señor que vive en Argüelles, o tiene allí su estudio, decorado de grandes cornamentas/trofeos de cazador, y una capa española que se pone muy de tarde en tardé, entre otras cosas porque no le va. Fraga, como ingeniero social, es un heredero directo de Costa, pero es más autoritario. Piensa que, con todo el Poder, él haría una España más rica -mediante el sacrificio- indefinido de los obreros-, y, una vez llegados a esa España más rica, todos viviríamos felices, su primida la lucha de clases, no por igualación de las mismas, sino por acomodación de cada clase en su casilla, donde se encontraría con fortable. Es la revolución desde arriba y sin revolución. Es la consagración de la Cúpula -de donde descenderá el bienestar, la cultura, el Orden, el teatro, la paz, la sabiduría, la cultura-, lo que supone, dorsianamente, dar las Cúpulas por natural y celestialmente buenas. Sólo que estamos en, un tiempo de ciudades/dormitorio, horizontales, y ciudades/negocio, verticales. O Moratalaz o el rasca cielos. O la chabola o la nueva Bauhaus (mal que le pese a Tom Wolfe). O un nuevo Wrigth, con su casa de la cascada, para que los mifionarios se la casquen. Lo que ya no se lleva es la cúpula, ni la del Escorial ni la del Valle de los Caídos, que era las que invocaba tácitamente don Manuel Fraga Iribarne.

De la vieja política romanonista, tan denostada por Fraga, a él le ha quedado el gusto por el retruécano, el chiste y la frase de efecto fácil. De la política franquista le ha quedado la comodidad de no tener que demostrar las cosas que se dicen, de modo que, a veces, sólo las demueltra con recortes, de periódicos que reco gen lo que él había dicho previa mente. Procedimiento tautológico y antiparlamentario. Dentro del franquismo, Fraga era un demócrata reprimido (aunque siempre autoritario). En plena democracia, es un autoritario reprimido, que querría la pena de muerte (parece), indiscriminadamente, para los etarras y para los que asaltan un Banco por la pela. En una democracia natural y tradicional, Fraga habría sido un buen demócrata conservador. Pero la Historia ha potenciado todo lo que en él había de potencial energumenismo. El Fraga/político racional está, y quizá no por su culpa, prácticamente inédito. La circunstancia le ha disparado el Yo.

1. Hay libro al efecto.

2. Los socialistas no lo han hecho de muy diferente manera. Así va la cultura oficial.

3. Con el dinero inesperado del turismo, Fraga levantó los "25 Años de Paz", meiados los 60.

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