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El plan económico de México, pendiente de la evolución de los ingresos por los crudos

En poco menos de ocho años, lo que parecía ser para México una bendición del cielo se ha transformado casi en una maldición. El boom petrolero que se inició durante el sexenio del ex presidente José López Portillo ha puesto actualmente a México, a causa de la caída de los precios del crudo en los mercados internacionales, en una situación que varios economistas han calificado de "insostenible". "Hay pánico en algunos sectores del Gobierno", dijo a EL PAÍS un economista que trabaja como asesor del Gobierno, "porque todas las proyecciones que se hicieron se han quedado sin base alguna".La más importante de todas es, sin duda, la elaboración del presupuesto de la federación, que fue presentado en noviembre al Congreso para su aprobación. Según fuentes del Gobierno, el presupuesto para 1986 se elaboró en base de un precio extremo de 19,50 dólares el barril de petróleo. Por debajo de ese límite, el presupuesto se vuelve absolutamente inmanejable.

"La actual situación obligará al presidente a redefinir toda su política económica y reorientar el proyecto político", dijo el economista. "La situación es muy grave, y si no lo hace, el riesgo podría ser demasiado grande".

Cuando en 1976 José López Portillo asumió la Presidencia, encontró al país enterrado en la peor crisis de su historia. La inflación estaba fuera de control, el peso se hundía y el desempleo estaba en, aumento.

La única carta que López Portillo tenía para jugar era el petróleo. La carta la jugó Pemex, el gigante estatal con una merecida reputación de ineficiencia y corrupción. El ex presidente dedicó todos los recursos disponibles, y Pemex, bajo la dirección de Jorge Díaz Serrano (actualmente en prisión, acusado de desfalco), hizo el trabajo.

En poco menos de cuatro años, el petróleo le proporcionó al país unos 10.000 millones de dólares. El auge fue increíble pero México se petrolizó. Peor aún, el Gobierno utilizó su principal riqueza natural como un producto especulativo para ganar dinero, en lugar de utilizarlo para industrializar el país.

Gracias al petróleo, México pasó a ser una emergente potencia regional y su economía creció en un porcentaje anual del 8%, hasta que llegó la primera baja en los precios del crudo, en 1981. Durante el segundo semestre de ese año, el milagro seguía existiendo, pero cada vez había menos creyentes en el país: 10.000 millones de dólares fueron sacados de México.

Inicio de la crisis

En agosto de 1982 el país conoció finalmente el coste del milagro. Las arcas estaban prácticamente vacías y el Gobierno tuvo que declararse en moratoria, pero también los mexicanos conocieron el precio de la petrolización: 60.000 millones de deuda pública y otros 20.000 correspondientes al sector privado. Para aplacar las críticas, López Portillo nacionalizó la banca y acusó a los banqueros de haber "saqueado al país".Miguel de la Madrid logró renegociar el pago de los intereses de la deuda, pero para poder seguir pagando se apoyó nuevamente en el petróleo. Desde entonces el país ha utilizado su principal riqueza para pagar no sólo los intereses de su deuda externa, sino también para hacer frente al enorme déficit interno.

Conscientes de que el petróleo seguía siendo el único medio para poder seguir pagando, el actual Gobierno insistió en mantener su plataforma de exportación en un millón y medio de barriles diarios. ¿No supo ver o no quiso prever que los precios podrían bajar drásticamente?

"No es posible imaginar la forma en que México manejaría un desplome en los precios del petróleo sin empeorar su perspectiva económica general", dijo Ramón Beteta, director de Pemex, el año pasado, cuando todavía los precios parecían estables.

Por cada dólar que baje el precio del petróleo, México pierde 550 millones de dólares al año. Actualmente, Pemex está vendiendo la mezcla de su petróleo en 25,20 dólares el barril.

Las perspectivas se deducen: si el país logra mantener su mercado y si debe bajar el precio de su petróleo hasta 20 dólares, el Gobierno necesitará unos 8.000 millones de dólares en préstamos, para poder seguir pagando intereses a sus acreedores. "Si baja aún más", dijo un político, "es la catástrofe, y no quedará otra salida que declararse en moratoria".

La actual situación provocada por el desplome de los precios, encuentra al Gobierno de Miguel de la Madrid enfrentado a otro problema de connotada significación política: a mediados de año se elegirán 13 nuevos gobernadores en todo el país, de los cuales, seis gubernaturas son particularmente conflictivas para el PRI.

El Gobierno no puede permitirse llegar a estas elecciones en medio de un receso económico que podría sobrevenir si se sigue insistiendo en cumplir puntualmente con los acreedores. "Si lo hacen, ponen en juego la existencia misma del sistema político mexicano", dijo un diplomático.

A pesar de lodo, en algunos círculos mexicanos existe un cierto optimismo. La brutal caída de los precios del crudo bien podría representar para México la gran óportunidad para solucionar en forma definitiva y decorosa la enorme carga que representan los intereses, argumentando razones de fuerza mayor.

Hasta la fecha, el Gobierno de Miguel de la Madrid había mantenido una conducta ejemplar hacia sus acreedores, pero causando también enormes restricciones en el nivel de vida de los mexicanos. Ahora, podrían fácilmente argumentar: señores, hemos hecho todo lo posible, pero ahora, y no por nuestra culpa, ya no podemos seguir pagando.

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