Inversiones extranjeras y desarrollo económico regional
España es, pese a todo, uno de los países de su entorno menos penetrados por capital exterior. Sin embargo, en el futuro inmediato, con la entrada en la Comunidad Europea, es innegable que la presencia de las multinacionales se incrementará progresivamente. Paradójicamente también es posible que las multinacionales que ya están instaladas en España desinviertan, ya que su presencia en nuestro país estuvo motivada, en muchos casos, por ser un mercado protegido y casi cerrado a la competencia.
Es un hecho incontrovertido que las inversiones extranjeras han jugado un papel muy importante en la evolución de la economía y la sociedad española desde el siglo pasado. Recordar aquí las inversiones en ferrocarriles, compañías de seguros, minas y demás resulta superfluo para cualquier lector informado.Hoy día, la presencia de las empresas multinacionales en España es sumamente importante en algunos sectores económicos que todos conocemos bien: todos los coches que conducimos los españoles nos los suministran empresas con capital o tecnología extranjeras -aquí quizá habría que referirse a la especificidad de Seat a la espera de la llegada de Volkswagen-, y la mitad de los productos de la industria alimentaria que consumimos procede de las cadenas de producción de empresas con capital extranjero. En poco tiempo de operaciones en España los bancos extranjeros controlan del 15% al 20% del negocio bancario.
A pesar, sin embargo, de esta amplia presencia, los estudios de las organizaciones internacionales competentes sobre la materia demuestran bien a las claras que España es aún, de entre el paquete de países de sus mismas características, uno de los menos penetrados por el capital exterior.
Con el ingreso de España en la Comunidad Europea y el marco forzosamente más abierto a los capitales extranjeros que ello supone vamos a asistir en el futuro a un aumento de la inversión extranjera en España, por varias causas y en diversas formas.
Van a producirse, como consecuencia lógica de la apertura de nuestro mercado a las importaciones, inversiones en redes de distribución y comercializ ación para productos fabricados en el exterior.
Y van a producirse también inversiones de fabricación en procedencia de países de fuera de la Comunidad que esperan que España les sirva de plataforma de exportación y de países de la Comunidad que estimen que la implantación en España les abre posibilidades de negocio a la vista de nuestra realidad salarial y de productividad actual.
Desinversiones
Ello no va a suponer, por descontado, que algunas de las empresas multinacionales ya instaladas aquí no hagan cambios de planes o, incluso, lleguen a efectuar desinversiones si su única motivación para haber invertido en España en otras épocas había sido estar presente en un mercado protegido.
La marcha de la inversión extranjera hacia España -de acuerdo con los datos de la balanza de pagos- demuestra que las multinacionales siguen confiando en España, y más en esta etapa en que, tras un cierto temor al comportamiento que observaría el Gobierno del PSOE respecto a su presencia, están comprobando que existe una política de atracción activa y de dar facilidades al máximo para atraer a la inversión extranjera hacia nuestro mercado.
La cuestión que quiero plantear en estas líneas liga, precisamente, con la política de atracción activa y con la constatación de que las diversas administraciones públicas están cada vez más predispuestas a hacer esfuerzos fiscales y a ofrecer incentivos de todo tipo para asegurar la presencia de empresas que sean capaces de contribuir a algunos objetivos de la política económica que sin su venida se estiman difíciles de alcanzar: creación de puestos de trabajo, acceso a tecnologías de punta, aumento de las exportaciones, etcétera.
Y la cuestión es la del desarrollo económico regional y los nuevos equilibrios interregionales que la política activa de atracción de inversiones extranjeras va a generar con vistas a nuestro futuro económico.
Éste es un tema que ha preocupado ya en países en los cuales la presencia de inversiones extranjeras en sectores punta ha llegado a alterar sustancialmente lo que era el antiguo equilibrio entre regiones del propio país -piénsese en el caso de Bélgica, en que la inversión extranjera en sectores nuevos en Flandes ha dejado a la inicialmente industrializada Valonia, en sectores hoy en declive, en un segundo plano nacional-, pero es un tema que debe empezar a preocupamos en España si tenemos en cuenta el peso cada vez mayor que los incentivos -que, en definitiva, pagamos todos los contribuyentes- van teniendo y, creo, van a ir teniendo en la adopción de las decisiones de nueva implantación de las empresas extranjeras que hayan pensado invertir en España.
Vivimos en años de rápida transformación tecnológica, y la implantación en ciertas zonas de industrias extranjeras de crecímiento y de tecnología punta va a condicionar unos tipos de crecimiento sobre los cuales conviene reflexionar seriamente.
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