_
_
_
_
Tribuna:LA MUERTE DEL 'VIEJO PROFESOR'
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un para un pueblo

Cuando Enrique Tierno tomó posesión de la alcaldía, 40 años secuestrada por los vencedores, la ciudad renacía y recuperaba de las cenizas su antigua personalidad. Como seres de ninguna parte, muchos madrileños habían negado repetidas veces su condición y veían a Madrid como una urbe extraña, entregada al permanente expolio del invasor, identificada ignominiosamente con los vítores del tirano que acampaba sobre las lomas de El Pardo.Pero ahora, nuevas olas y movimientos sin norte sacudían el parcheado asfalto, se recuperaban las calles y las plazas e individuos de agresivo penacho o cola de caballo, maquillados para la guerra o el amor, se mostraban, por fin, tal como eran ante la mirada inquieta de las gentes de orden.

Poco esperaban los oficiantes en aquellas saturnales, que marcaban el reencuentro de la ciudad consigo misma, del nuevo alcalde. Desconfiados por naturaleza ante cualquier poder, aun del emanado de las urnas, suponían, todo lo más, cierta flexibilización en los márgenes de tolerancia y algún incremento en las festividades subvencionadas por el municipio.

Jamás habrían sospechado los nuevos pobladores de la ciudad que, pasado el tiempo y sin sonrojarse, sus labios, que sólo habían vitoreado a la anarquía y al rock and roll, a Sid Vicious o a los cuatro jinetes el Apocalipsis, se iban a unir al coro de las alabanzas.

No fue una iluminación súbita, sino un progresivo esclarecimiento; el talante del nuevo alcalde no se basaba en presupuestos electorales o demagógicos, su actitud abierta y receptiva hacia los nuevos fermentos que sacudían a la ciudad no respondía a una representación de cara a la galería, su actividad no estaba dictada por los intereses de la política.

En su cortejo marchan hoy madrileños de todas las tendencias y generaciones, en la estela de un hombre que contribuyó a devolvernos el orgullo de nuestras raíces.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_