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Dificultades para rescatar a los tres tripulantes del interior del 'Luchana'

Los tres tripulantes que no pudieron ser rescatados del mercante Luchana cuando éste se hundió el miércoles por la noche a seis millas del puerto de Avilés se encuentran, casi con toda seguridad, en la sala de máquinas, de donde será muy difícil rescatarlos. Sus compañeros, y en medios marítimos, han resaltado la actuación heroica de los tres durante el naufragio.

Por otra parte, dos nuevas grietas se han observado en el Castillo de Salas, que encalló y se partió en dos frente a las costas de Gijón. Las autoridades han restado importancia a la posible marea negra, mientras que en otras instancias marítimas se teme seriamente por el deterioro ambiental que pueda producirse en la playa, puerto y litoral marítimo gijonés.

Los desaparecidos del Luchana, que se partió en dos por efecto de un golpe de mar cuando trataba de fondear a la espera de una marea favorable para atracar en el puerto de Avilés, desobedecieron las órdenes del capitán, José Zabra Vila, cuando éste mandó abandonar el barco, y permanecieron en la sala de máquinas para mantener la iluminación a bordo y permitir el funcionamiento de la grúa de los botes de salvamento. Su arriesgada actuación les costó probablemente la vida, debido a la rapidez del hundimiento, que se produjo en siete minutos. En el naufragio falleció el contramaestre del mercante poco después de ser internado en un centro hospitalario. Los desaparecidos son el jefe de máquinas, Félix Fruniz Urrutia, de 50 años de edad, vizcaíno, y los oficiales José Ignacio García Zarandona, de 29 años, vizcaíno también, y Fernando Iglesias López, de 49 años, asturiano.

El Luchana, que había sido botado en 1963, era propiedad de la Naviera Bilbaína, y estaba previsto desguazarlo este mismo año. Transportaba 13.000 toneladas de mineral de hierro para Ensidesa.

Carguero en El Ferrol

Por otra parte, el carguero nigeriano Boni Carrier, que el pasado 2 de enero encalló entre Punta Candelaria y Cabo Ortegal, se ha partido en dos, según informa Efe. El buque, que era transportado por un remolcador holandés al puerto de Santander, donde iba a ser desguazado, quedó a la deriva después de romper las amarras que lo unían al remolcador en medio de un temporal. El Boni Carrier, que llevaba 200 toneladas de combustible, quedó varado sobre una zona arenosa y posteriormente el mar lo arrastró a los acantilados, donde se partió en dos. Fuentes de la Comandancia de Marina han manifestado que, de momento, no existe peligro de marea negra.

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