Levantamiento en Aden
LA REPÚBLICA de Yemen del Sur está sumida en una si tuación muy confusa desde el lunes pasado, en que se iniciaron enfrentamientos entre diversos grupos de las fuerzas armadas. Por el momento, el puerto de Aden, edificios oficiales e incluso alguna embajada han sido víctimas de bombardeos. El control severísimo de todas las informaciones impide una idea precisa de los acontecimientos, al punto de que han corrido versiones contradictorias sobre la suerte del jefe del Estado, Alí Naser Mohamed. En todo caso, este estallido de violencia es todo menos una tormenta en un cielo sereno. Los factores de lucha en el seno del régimen de Yemen del Sur se han venido creando a través de un largo proceso,jalonado por diversas etapas de violencia. Prácticamente desde 1967, en que el colonialismo británico fue derrotado y se proclamó la independencia, los enfrentamientos han sido endémicos.Contrariamente a lo ocurrido en la generalidad de los países de esa región, la conquista de la independencia se acompañó del triunfo de un núcleo revolucionario inspirado en el marxismo y ligado a la Unión Soviética. Muy probablemente la raíz de tal fenómeno hay que buscarla en los rasgos muy particulares del puerto de Aden, fundamental en toda la navegación con Extremo Oriente, que ha engendrado un proletariado muy ligado a las corrientes internacionales del movimiento obrero, tanto en Europa como en Asia.
En 1970, el nuevo Estado adoptó ya el nombre de República democrática y popular de Yemen del Sur. En 1978, el Frente de Liberación Nacional, que había protagonizado la lucha anticolonialista, se convirtió en un partido de vanguardia, el Partido Socialista de Yemen (PSY), que basa su programa y su política en el marxismo-leninismo. Este partido es la fuerza única que dirige el país y es en su seno donde se han desarrollado las luchas. En 1979 se concluye una alianza con la URSS mediante la cual se establecen bases militares soviéticas en una zona estratégica. A la vez, numerosos consejeros de la URSS (y de otros países del bloque del Este) empiezan a desempeñar un papel creciente en diversos aspectos del funcionamiento estatal. En unas ocasiones, apaciguando choques entre dirigentes indígenas, pero también, en otras, utilizando esas rivalidades para favorecer los intereses soviéticos.
Un factor social que está en el trasfondo de los conflictos actuales es el abismo objetivo que existe entre una realidad social extraordinariamente atrasada (Yemen es uno de los países más pobres del mundo árabe) y el esquema ideológico que el Partido Socialista de Yemen pretende aplicar. Con la excepción de la capital, Aden, lo que predomina en el país es el islamismo, la estructura tribal, las jerarquías tradicionales. Poner fin a las terribles injusticias, al fanatismo y a costumbres bárbaras era sin duda un objetivo progresista de amplio consenso en el momento de la independencia. Pero era ilusorio abordar las reformas con medidas formuladas desde arriba. Ello ha dado lugar a un reiterado fracaso y a un crudo desfase entre la realidad -en la que las viejas estructuras demostraban su fuerte capacidad de resistencia- y los esquemas políticos y teóricos -unos más radicales, otros menos- que se enfrentaban en la cúspide del partido. Esa lucha política en el partido, separada del problema social y sin reflejo en él, se fue traduciendo en una exasperación de los odios entre los líderes.
Las conexiones internacionales de este acontecimiento son difíciles de establecer. A primera vista, lo que salta a la luz es el prosovietismo de Ismail y el apoyo evidente que en ciertos períodos ha gozado de la Prensa soviética. Su derrota podría ser un fracaso de la URSS. Pero también es cierto que en una etapa como la actual, con el recrudecimiento de las tensiones en Oriente Próximo, no se puede olvidar que Yemen del Sur ha facilitado bases a determinados grupos terroristas, y ahí puede residir otra posible causa del intento de golpe.
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