Grafoterapia
La señora Andress, en su carta de réplica del 17 de diciembre a la noticia que sobre la grafología en Israel había publicado EL PAÍS el 24 de noviembre pasado, olvida, no sé si deliberadamente, mencionar la medicina como una aplicación más de la grafología. El hecho no tendría mayor importancia si no fuera porque resulta que precisamente la grafoterapia no sólo es la más importante de esas aplicaciones, sino además la que da la clave para que todo el tinglado de la grafología convencional se derrumbe- estrepitosamente y dé pie a hechos como el de que ese tribunal israelí, al determinar sobre el acientificismo de la grafología, tenga razón.Un aplauso para ese tribunal, porque dictaminó contra una grafología que tiene grietas por todos los lados, una grafología que tiene un porcentaje de errores muy elevado (más de un 30%), una grafología que está empezando ya a hacer mucho daño (en cuanto se mete en terapia), pues está generando en algunos pacientes enfermedades que antes no padecían; por cambiarles sus escrituras y, con ello, sus funcionamientos neurofisiológicos, sin tener suficiente conocimiento de las leyes naturales que los rigen y que se expresan a través de las mismas.
Una grafología que pretenda ser científica debe ser al menos de aplicación universal, como lo es la biología, la fisiología, la física, la matemática, etcétera. Esta grafología ya existe y se enseña sólo en
-nuestra sociedad, y su eficacia en terapia como diagnóstico, prevención y curación de enfermedades de patología recidivante (alergias, hipertensión, psoriasis, epilepsia, artritis, neurosis, etcétera) está suficientemente avalada por decenas de enfermos curados.
Presidente de la Sociedad Española de Grafoterapia.
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