La Biblioteca Nacional

Deseo salir al paso del funcionamiento de la Biblioteca Nacional, tanto como investigador que soy como usuario, pues el nivel de sus ficheros, digno monumento de la confusión, es fruto de muchos años de arduo trabajo. Tampoco ha sido escaso el esfuerzo desplegado en el servicio de microfilmes, pues tardan en realizarlos más de un año -por ejemplo, la Hemeroteca Municipal de Madrid tarda solamente unos 10 días, y eso es normal-, añadiendo, además, la prohibición de fotocopiar periódicos para que el usuario agudice la memoria. Dicha prohibición, que me parece lógica, debe ser suprimida, tal y como sucede con las revistas, pues éstas sí pueden ser fotocopiadas, al margen de su fecha de publicación, sin importar si son de 1889 o de la semana pasada; además, el usuario que desee fotocopiar una revista la saca él personalmente de la sala de lectura de la hemeroteca, un delicioso cuchitril, recorre unas escaleras y hace cola con ella en la mano hasta que le toca el turno de fotocopiar. Alabo la medida de que no haya vigilancia, pues así siempre puede uno arrancar las hojas deseadas y ahorrarse la cola de la fotocopiadora.Las horas de espera para pedir un libro, el fastuoso servicio de fotocopias por correo, son algunas muestras de la punta de ese iceberg llamado Biblioteca Nacional y para el que pido una subvención cuantiosa destinada a mantenerlo exactamente como está y preservarlo como pieza única para las generaciones venideras.-