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La renuncia de Ted Kennedy a la Casa Blanca abre la carrera demócrata a la presidencia

Francisco G. Basterra

El senador Edward Ted Kennedy, de 53 años, anunció por sorpresa el jueves que no será candidato del Partido Demócrata a las elecciones presidenciales de 1988, admitiendo que esto puede significar que "nunca sea presidente". El anuncio deja totalmente abierta la carrera presidencial en el campo demócrata y convierte a Gary Hart, senador por Colorado, en el candidato mejor situado. El eventual aspirante del ala liberal del partido, la misma que ocupaba Kennedy, es el gobernador de Nueva York, Mario Cuomo.

La decisión de Kennedy acaba con un cuarto de siglo de historia política norteamericana, durante el cual esta legendaria familia de inmigrantes irlandeses ha ocupado la presidencia una vez y ha vuelto a intentarlo en varias ocasiones, encontrándose en el camino con el asesinato de Robert Bob, y con la falta de suficiente apoyo popular para Ted.La renuncia de Kennedy, que por edad aún estaría en condiciones de competir por la Casa Blanca en 1992, marca asimismo el fin de una época del Partido Demócrata, que ha perdido dos elecciones presidenciales seguidas defendiendo los intereses de los sindicatos y la minoría de raza negra, y la intervención del Estado para resolver los problemas de los ciudadanos.

La resolución Reagan, que disminuye al mínimo indispensable el papel del Gobierno federal y promueve los valores del individualismo, obligará a los demócratas a abandonar su tradicional filosofía. El liberalismo que representaba Kennedy ha sido rechazado por los votantes y "el partido se ha movido más allá de Kennedy y de la era que éste representa" afirmó ayer un líder demócrata.

"La persecución de la presidencia no es todo en mi vida. El servicio público sí lo es". Con estas palabras, Ted Kennedy, senador por Massachusetts, anunció en la noche del jueves su decisión a través de un vídeo pagado como publicidad, que fue transmitido por todas las cadenas de televisión del Estado Kennedy -que era el candidato mejor situado entre los demócratas para conseguir la designación presidencial por el partido, según todas las encuestas- explicó su decisión por motivos de cansancio personal y político. "No quiero", dijo, "que durante los tres próximos años todos mis actos se sigan examinando meticulosamente a la luz de mi candidatura presidencial".

"He decidido", afirmó el senador, "que el mejor camino para hacer progresar los valores que ustedes y yo compartimos, la paz en la tierra, crecimiento económico en Estados Unidos y compasión para todos los ciudadanos, es ser un senador, y no candidato para la presidencia de Estados Unidos". Ted Kennedy se presentará a la reelección por el Senado en noviembre de 1986 y reafirmó ayer, en una conferencia de prensa en Boston, que no aceptará en ningún caso la nominación de su partido para la Casa Blanca.

Kennedy no quiso apoyar a ningún eventual aspirante demócrata, pero afirmó ayer que Mario Cuomo, el gobernador del Estado de Nueva York, "sería un buen candidato". La desaparición de la escena presidencial de Kennedy puede suponer la aparición de una nueva generación de políticos demócratas, pragmáticos, despegados de la filosofía del New Deal y menores de 50 años, que podrían optar a la Casa Blanca, como los senadores Joseph Biden, de Delaware, o el congresista de Misuri Richard Gephardt.

Ésta es la tercera vez que se retira de la carrera presidencial (lo hizo en 1976 y en 1984). Muchos observadores y algunos de sus consejeros se han visto sorprendidos por el anuncio. En las últimas semanas, todo hacía pensar que Ted había decidido finalmente luchar por la Casa Blanca. Los sondeos le situaban como el candidato mejor colocado. Su maquinaria política estaba bien preparada y tenía dinero.

Consciente de que el país ya no aceptaba el liberalismo de viejo cuño que simbolizaba, Kennedy había iniciado un movimiento hacia el centro político votando en el Congreso una dura ley contra el crimen y la legislación para equilibrar el presupuesto. Esto último había provocado una denuncia de los poderosos sindicatos, que se sintieron traicionados.

Aunque no pueden descartarse los motivos personales, los más próximos al senador explican que han sido motivos de realismo político los que han hecho a Ted tomar la decisión. "Nadie le ha podido convencer de que -a pesar de su liberalismo y de los problemas de su personalidad, que provocan un fuerte rechazo en amplios sectores de la opinión pública-, Kennedy llegaría esta vez a la Casa Blanca", ha explicado uno de sus íntimos. En 1980, la única ocasión en que ha batallado por la presidencia, Ted fue derrotado en unas amargas primarias por Jimmy Carter.

Los norteamericanos no habían olvidado el punto más negro de su historia personal: cuando, en 1969, Ted conducía un coche en el que se ahogó su ayudante Mary Jo Kopechne, en el célebre puente de Chappaquiddick. Esta historia y sus problemas matrimoniales persiguen al último de los Kennedy.

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