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Reportaje:

La comarca de Iscar ha quintuplicado el dinero gastado en comprar lotería

El año pasado, José Antonio Alonso, director de la Caja Rural de Iscar, casi tuvo que meter con calzador a sus paisanos de Remondo algunas de las participaciones de lotería que andaba vendiendo por la comarca. Como la inmensa mayoría de las gentes del campo, los vecinos de Remondo eran escépticos a lo que no procediera del propio esfuerzo.

Pero tocó, y el dinerito permitió caprichos -el vídeo fue de modo indiscutible el mayor de ellos-, ahorro -la mayoría a plazo fijo y muy poco en forma de acciones, pagarés, bonos, deuda pública y todo eso- y sobre todo alivió la asfixia producida por dos malas campañas agrícolas. La anterior, con mucha remolacha helada. La presente, con la patata vendiéndose a ocho o nueve pesetas el kilo, por debajo del coste.

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Así que este año se ha vendido lotería como nunca en Remondo. Y en todos los pueblos de los alrededores de Iscar. Si en 1984 José Antonio Alonso se trajo a su despacho de la Caja Rural 250.000 pesetas del número que luego resultó premiado con el gordo, este año se ha traído 1.350.000 pesetas de otro número, y las ha vendido en tres días. No ha necesitado calzador, le han quitado las participaciones de la mano.

En las tierras de Iscar no vale el argumento de que son mínimas las probabilidades estadísticas de que allí toque de nuevo un buen premio del sorteo de hoy. Confiados en su suerte, hasta han comprado un montón de participaciones del número que tocó el año pasado, el 50076, y eso ya es tener fe. No hay cifras exactas aún, pero Alonso asegura que no es exagerado decir que se ha multiplicado por cinco la compra de lotería en la comarca.

El mismo Fermín Esteban Álvarez, el fotógrafo de bodas, bautizos y comuniones que afirma haber sido burlado por una mujer de Segovia, enseñaba el otro día a los periodistas un fajo de papeletas tan grueso como el botín de un buen atraco a un banco. En las últimas semanas ha comprado toda la lotería que le han ofrecido, toda. Y también la que no le han ofrecido. Y además Fermín está convencido de que le va a volver a tocar y de que así tendrá una segunda oportunidad. Aunque esta vez "de mujeres nada, aunque se pongan panza arriba". Ésas son sus palabras textuales.

Los que no compraron

Cuando en un lugar toca la lotería, el que no ha comprado siente una amargura semejante al de aquel que cuando su vida declina recuerda un amor desperdiciado, perdido, no realizado, por miedo, conveniencia social o alguna otra mala excusa.

Alonso vivió en las semanas que siguieron al sorteo extraordinario del año pasado escenas patéticas, incluso violentas. Gente que entraba en su despacho de la Caja Rural y, con ira o con lágrimas, le decía que sí, que había comprado lotería de la premiada, que él tenía que saberlo, pero que no encontraba la papeleta, que se la habían robado o la había perdido. Eran vecinos equivocados, pero eran sinceros. No pretendían engañar a nadie. Incluso algunos formularon denuncias por estos imaginarios robos o pérdidas.

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