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EL 'CASO ZABALTZA'

La desaparición de Mikel Zabaltza ha estado rodeada de contradicciones, dudas e interrogantes

El hallazgo del cadáver de Mikel Zabaltza en las mismas aguas del río Bidasoa ya inspeccionadas por submarinistas de la Cruz Roja del Mar no resuelve de momento, a la espera del resultado definitivo de la autopsia, que se conocerá probablemente durante el día de hoy, los interrogantes que han acompañado la evolución de este caso, que desde el principio ha estado lleno de contradicciones, incógnitas y dudas. El desenlace no ha sorprendido a la familia Zabaltza, pese a que no ha faltado quien se aferrara a la idea de que el desaparecido podría encontrarse con vida.

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Se dijo inicialmente que la fuga se produjo a las cuatro de la mañana; luego, que a las 5.30, y finalmente, que a eso de las 6.30 del 26 de noviembre. En el informe presentado a la Audiencia Nacional, la Guardia Civil indicó que el fugitivo se lanzó al río y omitió cualquier referencia al supuesto zulo (depósito de armas) y al túnel de Endarlaza. Días más tarde, en el informe entregado al titular del Juzgado de Instrucción número 1 de San Sebastián, los guardias civiles testigos de la fuga dijeron ignorar el camino que siguió el huido y aseguraron que no oyeron ni vieron nada; obviamente, tampoco el ruido de un cuerpo al chocar contra el agua.Según la versión de la Guardia Civil, asumida posteriormente por el Gobierno Civil de Guipúzcoa, Mikel Zabaltza fue conducido a Endarlaza por tres guardias, dos de ellos tenientes, para que localizara un zulo situado en un punto al que se llega a través de un camino que nace justamente a escasos metros de un cuartel de la Guardia Civil. Pero quienes custodiaban a Zabaltza, miembros del servicio de información, no dieron parte de la fuga a este cuartel, sino al puesto de Behobia, porque, al parecer, desconocían que existiera un cuartel de la Guardia Civil en Endarlaza.

Sin precauciones

Los guardias, que vestían de paisano, no adoptaron medidas especiales de precaución ante un detenido que, "espontáneamente, antes de proceder a los interrogatorios", les dio cuenta de la existencia de un zulo y se mostró dispuesto a localizarlo. En situaciones semejantes la Guardia Civil, ante la posibilidad de una trampa, ha hecho alarde de efectivos. De por medio, las llamadas realizadas a dos periódicos de Barcelona, en las que se apuntaba la posibilidad de que Zabaltza hubiera muerto víctima de las torturas, y la carta enviada al diario Deia en nombre de la Coordinadora de la Guardia Civil de Intxaurrondo, un sindicato seudoclandestino que hasta el momento y oficialmente guarda un silencio total.Luego se produjo el testimonio de Idoia Ayerbe, novia del desaparecido, que asegura haber visto a Mikel a las seis de la mañana del día 26, en el cuartel de Intxaurrondo, esposado, de pie, con la cabeza metida en una bolsa de plástico, en la situación de un torturado, y que más tarde creyó verle en una camilla y oír "está mal". Y las declaraciones ante el juez y ante los medios de comunicación de otros detenidos en la misma redada que dicen que oyeron gritar de dolor a Mikel Zabaltza en el cuartel de la Guardia Civil.

De Mikel Zabaltza se sabe que tenía 32 años, que trabajaba como chófer en la compañía de autobuses urbanos de San Sebastián, que era un hombre de temperamento campechano, vividor y que, según sus familiares, era contrario a la violencia.

Se ignoran todavía las acusaciones que pesaban sobre él. Sus familiares, simpatizantes del PNV en su gran mayoría, han dicho que no tenía nada que ver con ETA y su novia corrobora esta afirmación.

El resto de detenidos en esa misma redada fue puesto en libertad sin cargos. La pasada semana varios partidos políticos vascos cuestionaron abiertamente la versión oficial y exigieron el esclarecimiento definitivo del caso.

El juez titular del juzgado que dirige la investigación, Francisco Ríos, visitó por sorpresa el cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo con la intención de retirar los libros de registro de entrada y salida de detenidos, de servicios y de telefonemas. La respuesta fue que el cuartel de Inutxaurrondo no mantiene este tipo de controles que constituyen, sin embargo, una práctica habitual en otros puestos de las Fuerzas de Seguridad del Estado.

Al día siguiente de esta visita, mientras el caso Zabaltza acaparaba ya la atención de la opinión pública española, los tres guardias civiles testigos de la supuesta fuga fueron expedientados. Como incógnita final queda siempre por qué una persona como Mikel Zabaltza puede llegar a lanzarse al río esposado y sin saber nadar.

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