La difícil herencia de Vinicio Cerezo
El nuevo presidente guatemalteco tomará medidas impopulares
El abogado democristiano Vinicio Cerezo, de 42 años, recién elegido presidente de Guatemala, tiene ante sí una difÍcil tarea: consolidar la transición democrática y desmantelar el poder de los militares, acumulado a lo largo de 30 años, en medio de una fuerte crisis económica que le obligará a tomar medidas impopulares.
Las primeras apariciones de Cerezo tras su triunfo arrollador del pasado domingo -consiguió un 68,37% de los votos válidos- mostraron a un hombre seguro de sí mismo, que parece dispuesto a jugar a fondo sus bazas. "Los que quieran dar un golpe tendrán que enfrentarse al pueblo-, al aislamiento internacional y al riesgo de una guerra", dijo Cerezo en la mañana del lunes. El futuro presidente de Guatelama ha dejado claro que el Ejército no podrá limitar las funciones del comandante general, que es el presidente de la República; "para ello tendrán que dar un golpe de Estado".Anunció Cerezo que "las coordinadoras interinstitucionales", organismos mandados por militares encargados de la política de desarrollo económico como parte de la estrategia contrainsurgente, pasarán a convertirse en "coordinadoras de desarrollo regional" y estarán dirigidas por civiles. Sobre los polos de desarrollo, también instrumento militar actualmente, declaró Cerezo que se trasformarán para dar paso a una mayor participación popular, frente al control estatal ejercido hasta ahora. Otra niña bonita de los militares, las patrullas de autodefensa VL, especie de somatén de civiles encargados de la lucha antiguerrillera, sólo se mantendrán si los pueblos donde actúan lo deciden en votaciones secretas de la comunidad.
Cerezo es consciente de la fuerza que le da el tener dos tercios del electorado y parece dispuesto a jugar fuerte, pero sin correr riesgos innecesarios. Más cauteloso se muestra ante el problema de los desaparecidos, que insisteritemente reclaman los familiares, organizados en el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM). El nuevo presidente es consciente de que el GAM se convertirá en sus madres de la plaza de Mayo, y sólo se responsabiliza de lo que ocurra en Guatemala a partir de la toma de posesión presidencial del próximo 14 de enero. Los crímenes y atropellos anteriores pasarán a la jurisdiccíón de la Corte Suprema de Justicia. Cerezo dice que el Gobierno no es juez y no se ocupará del caso, pero apoyará las decisiones que adopten los tribunales de justicia.
El nuevo presidente de Guatemala no ofrece un programa izquierdista, como pretendió presentar su contrincante de la Unión del Centro Nacional, el periodista Jorge Carpio, de 53 años. Cerezo ofrece a Guatemala un programa de transición a la democracia y modernización del país. Ninguno de los grandes temas de la izquierda latinoamericana aparece en su programa y niega que vaya a nacionalizar la banca y el comercio exterior, e incluso a hacer la reforma agraria. El nuevo líder guatemalteco sólo se ha comprometido a realizar una reforma fiscal que trate de recaudar fondos de los más ricos, basada en los impuestos directos y sin dañar a la producción.
Esta reforma resulta revolucionaria en Guatemala, un país que cuenta con una de las oligarquías más reaccionarias del continente, acostumbrada durante décadas a vivir bajo la protección de regímenes de fuerza.
Cerezo habla de "la necesidad de poner otra vez en marcha a Guatemala y empujar la dinámica propia de la sociedad", y se admira de que "hay que poner al día a Guatemala de un atraso de 40 años".
Para su empeño, Cerezo cuenta con un aliado importante: el interés de Estados Unidos en dar una fachada democrática a todos los Gobiernos de la región, como modelo frente a la "dictadura marxista-leninista" de Nicaragua. Esto significa un freno para las veleidades golpistas de los militares guatemaltecos, que muy pronto pueden recibir los cantos de sirena de la derecha y de la oligarquía afectada en sus intereses por algunas medidas del nuevo Gobierno.
Cerezo ha anunciado que está dispuesto a rechazar "cualquier dirección que se oriente a comprometer a Guatemala én una estrategia continental".
En el último mitin anterior a las elecciones del domingo, Cerezo dijo que una invasión de Nicaragua equivaldría a una "libanización de América Central", en la que esta región haría un mal negocio. "Nosotros ponemos los cadáveres", aseguró, "y otros ponen las bombas, y eso no es bueno para ningún país".
Margen de maniobra
Puede permitirse Cerezo un cierto margen de maniobra en la polfica sobre Centroamérica porque Guatemala no es un país fronterizo con Nicaragua y carece, por tanto, de importancia estratégica pero, si se agrava la crisis en la región, Washington puede llegar a exigirle la adhesión incondicional. Por eso Cerezo matiza al hablar que le interesa la ayuda norteamericana, pero sobre todo la europea. Esta diversificación de la ayuda económica del exterior daría a Cerezo un margen mayor de maniobra frente a Estados Unidos.El recién elegido presidente iniciará inmediatamente una tanda de giras. Primero, a la región centroamericana y países del Grupo de Contadora; luego, a Estados Unidos, y a principios de enero, a varios países europeos, entre ellos España, donde en un viaje del verano pasado no fue tomado en consideración por el Gobierno socialista y fue recibido tan sólo en Madrid por funcionarios de rango inferior.
Tendrá también que afrontar Cerezo las exigencias de un país que votó masivamente por él, con la esperanza puesta en el cambio de su situación económica. Al nuevo Gobierno le espera un déficit fiscal de 500 millones de quetzales (unos 32.000 millones de pesetas), una deuda externa que hay que renegociar y un país depauperado y hambriento.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.