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GENTE

Álvaro Fernández,

párroco de la pequeña localidad asturiana de Abres, fronteriza con Galicia, cumplió ayer 105 años. Es el cura en activo más viejo del mundo. Nacido en 1880 en Vegadeo y ordenado sacerdote en 1908, don Álvaro ha bautizado a más de 6.000 niños y oficiado otros tantos entierros. Famoso en toda la comarca por su campechanía y afabilidad, es hombre de gran cultura, aficionado a la música. No ha querido nunca jubilarse, sigue diciendo su misa diaria a las siete de la mañana y se define como "un simple cura de aldea". Su mayor orgullo es que durante la guerra civil no se fusilara a nadie en su parroquia. Atribuye el secreto de su longevidad a una vida frugal y a tomar mucha leche agria, "eso que ahora llaman yogur". Don Álvaro, que ha conocido el pontificado de nueve papas -desde León XIII-, recibirá también este año la felicitación de Juan Pablo II: una carta personal y un rosario.

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