Saber latín
Un cardenal brasileño decía estos días: "Es que ellos escriben muy bien y saben latín". Se refería a los encargados durante el sínodo de redactar los documentos oficiales y de hacer los resúmenes de los debates. Por eso hay quien ha afirmado que en este sínodo ha ganado "el pesimismo de las plumas fáciles y del latín suelto", es decir, el latín del cardenal Joseph Ratzinger y la pluma del cardenal Jean Marle Lustiger, arzobispo de París, ambos partidarios de la teología de la cruz.Enseguida se distinguió en el sínodo entre las intervenciones consideradas "periféricas" o demasiado concretas, y las llamadas "estelares" o de alta teología. Y fueron estas últimas al final las que quedaron en los documentos, porque los encargados de resumir los debates se encontraron ya con un formidable material teológico entre las manos. Todo estaba preparado en realidad desde septiembre. Y preparados estaban los equipos romanos para redactar en latín los documentos. Baste pensar en las posibilidades instrumentales del cardenal Ratzinger y de sus amigos, que han podido contar con todo su equipo curial para hacer resúmenes y redactar documentos en latín. Mientras que en tan poco tiempo, los obispos del Tercer Mundo, sobre todo, no han tenido instrumentos -a veces ni una copiadora-, ni traductores, ni latinistas para poder, aunque hubiesen querido, presentar documentos alternativos.
Al final se les pidió que a los textos ya preparados se presentasen enmiendas sólo en latín y votadas por mayoría en los grupos lingüísticos, por lo que se limitaron a forcejear para poder añadir por lo menos una frase, una idea que les interesaba especialmente; y así poder después decir en sus diócesis que también se había hablado de aquello en el sínodo. Por ejemplo, los defensores de la teología de la liberación se han contentado con que en el texto figure la opción preferencial, aunque no exclusiva, de la Iglesia por los pobres". Con eso les bastaba por el momento.
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