La crisis de la Unesco pone en peligro la universalidad del organismo
La retirada del Reino Unido, anunciada el jueves en Londres, ha hecho más profunda la crisis de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Pese a la reducción drástica del presupuesto que la organización sufre tras la salida del Reino Unido y la de Estados Unidos hace un año, la crisis no es esencialmente financiera. La Unesco podía vanagloriarse, como la propia ONU, del carácter de universalidad, que desaparece a partir del momento en que dos grandes países deciden retirarse y otros dejan todavía en el aire la amenaza de una retirada.
En la sede parisiense de la Unesco la decisión británica ha producido el natural malestar. El director general, Amadou Mahtar M'Bow, ha lamentado "profundamente la retirada de los británicos, que no podía sino sorprender a los que en los dos últimos años han hecho esfuerzos importantes para llegar a un acuerdo sobre los programas, el presupuesto, las estructuras y el funcionamiento de la Unesco".El director general había hecho una reciente visita a Londres para tratar de convencer a los responsables británicos para que permaneciesen en la organización.
Del lado francés, como por parte de una serie de países occidentales, se han expresado desde el jueves críticas y lamentaciones. Algunas de ellas, como la del Gobierno belga, están acompañadas de las mismas críticas que han servido al Reino Unido para justificar su retirada.
Decisión injustificada
Francia ha lamentado públicamente la decisión británica y Gisele Halimi, embajadora francesa en la Unesco, puso de relieve en un comunicado que esta retirada era "tanto más lamentable cuanto que las decisiones tomadas en la reciente conferencia general de Sofía no la justificaban".Un interés especial despierta en París la actitud de Japón, el otro gran contribuyente del presupuesto de la Unesco, con el 10,71%. Las declaraciones del portavoz del Ministerio japonés de Relaciones Exteriores, Yoshio Hatano, han tranquilizado sin disipar todas las inquietudes. En efecto, Japón no seguirá el ejemplo británico; sin embargo, se propone "vigilar las reformas decididas por la organización", una frase que muestra bien a las claras que Japón no considera superada la actual crisis. La conferencia general de Sofía había parecido llegar a un consenso sobre las reformas. Queda ahora por saber, para los japoneses y para otros países occidentales que siguen mostrándose críticos, cómo estas reformas serán aplicadas.
La existencia de una crisis dentro de la Unesco no es puesta en duda por nadie, aunque, naturalmente, el acento pueda variar según la colaboración política de los países.
La duda radica en saber cuál es la mejor táctica para ayudar a la realización de las reformas: si la retirada, como la practicada por Estados Unidos o el Reino Unido, o el trabajo realizado dentro de la organización, que ha sido la solución propugnada siempre por Francia y por otros países occidentales.
París ha considerado siempre que la retirada de grandes países del campo occidental sólo podía servir para aumentar el peso específico de la Unión Soviética y del bloque comunista dentro de la organización. Una tendencia que sólo tendría como efecto inmediato desestabilizar aún más a la organización.
Detrás de los problemas de orientación y de funcionamiento se plantea también un problema de personas. Así, el director general, Amadou Mahtar M'Bow, se ha convertido para muchos en el centro de la polémica.
Una iniciativa francesa
A este respecto, el vespertino Le Monde pedía ayer en un editorial una "iniciativa francesa". Ésta no sería otra, según el editorialista de Le Monde, que "sugerir al señor M'Bow que tome la decisión valiente de marcharse antes del término de su mandato en 1987".Las reducciones del presupuesto impuestas por la retirada hace un año de EE UU, que privaban a la organización del 25% de sus ingresos, se agravan ahora con la nueva reducción que impone la retirada británica, que priva a la organización de un 4,6% de su presupuesto, o sea, de nueve millones de dólares, que faltarán en el ejercicio 1985-1986. En dos años la Unesco pierde de esta forma el 30% de sus ingresos.
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