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El fraude del control de taquilla se sitúa alrededor de los 2.000 millones anuales para el cine español

Estimaciones oficiales calculan que no se declara el 30%. de la recaudación total

El real decreto de protección a la cinematografía española, aprobado en diciembre de 1983, está ahora a punto de culminar sus dos años de aplicación. Durante 1984, el primer año de la puesta en marcha de la ley Miró, se distribuyeron 740 millones de pesetas entre 42 de las aproximadamente 80 películas que se realizaron.En 1985, la cantidad a repartir ha sido de 1.000 millones de pesetas para 38 filmes, hasta el momento. El número total de películas rodadas es semejante al del año anterior. Uno de los primeros datos que se desprende de una lectura rápida de estas cifras es la reducción del número de películas que se realiza actualmente en relación con los dos años inmediatamente anteriores a la aplicación de la ley Miró: 146 en 1982 entre producciones nacionales y coproducciones.

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La explicación de la directora del Instituto de Cinematografia, Pilar Miró, consiste en afirmar que esta reducción se ha producido porque ya no se realizan películas S (eróticas). "Esas películas, cuyo coste estaba en torno a los 12 millones de pesetas cada una, servían para cubrir cuota de pantalla", explica, "y, por tanto, generaban licencias de exhibición. Cuando estas condiciones se suprimieron, los productores han reconvertido su producto y ya no se hacen. El público que pudieran tener se va ahora a las salas especiales donde se proyectan películas X (pornográficas)".

Las películas eróticas engrosaban fuertemente la lista de filmes rodados hasta 1983. Como dato orientativo, cabe señalar que de las 137 películas realizadas en 1981 (45 coproducciones y el resto íntegramente españolas), nada menos que 36 estaban calificadas con una S.

Sobre la rentabilidad y recuperación del dinero subvencionado, Pilar Miró asegura que aún es demasiado pronto para dar cifras, si bien advierte que su objetivo no está en ganar dinero sino en dar facilidades para que se hagan películas, y añade que en Francia -"Siempre copio a los franceses", confiesa Miró- solamente se recupera el 5% del dinero empleado en subvenciones.'

Castigos ridículos

Pilar Miró reconoce que se encuentra con una dificultad añadida para clarificar el balance. Esta dificultad está en que alrededor del 30% del control de taquilla es fraudulento. Como aproximación, asegura que a lo largo de 1984 se impusieron sanciones con multas que no superan los 15 millones de pesetas. Pero estos castigos no resuelven. el problema, porque las normas sancionadoras de 22 de julio de 1967 tienen como tope máximo la imposición de multas de 250.000 pesetas, ampliables a 500.000 por Consejo de Ministros. "Es una cantidad ridícula porque el que tiene una actuación fraudulenta se está beneficiando con cantidades muy superiores. El asunto se resolverá el próximo año, porque toda esta legislación será derogada al entrar en el Mercado Común".Según las cifras facilitadas por el secretario general del Instituto, Carlos Ortiz Bru, durante 1984 la recaudación total y oficial de taquilla ascendió a 26.526.692.294 pesetas. De esta cantidad, corresponden al cine español 5.567.168.763 pesetas. De ser cierto el porcentaje del 30%, esto supondría una defraudación al cine español de casi 2.000 millones de pesetas anuales.

Pilar Miró asegura que cuando ella llegó a la dirección general que ocupa, su objetivo era conseguir dinero para dar facilidades para nuevos rodajes y que éstos se hicieran en las mejores condiciones posibles. "Yo quería posibilitar a los nuevos creadores su entrada en el mercado; esto se ha conseguido. Por otra parte, lograr que cineastas de reconocida calidad que no trabajaban (Martín Patino, Miguel Picazo o Francisco Regueiro) pudieran sacar adelante sus proyectos. Aquí también hemos acertado".

Multiplicar por tres

Un fenómeno que se ha producido en la actualidad es que los costes de los presupuestos que las productoras presentan para solicitar una subvención se han triplicado respecto a los de los últimos dos años. Por un lado se ha logrado que una película se ruede en siete u ocho semanas y que para ello se empleen alrededor de 28.000 metros de negativo. Por otro, los, sueldos de los directores, operadores o actores se han triplicado.Esta práctica ha supuesto que la comisión encargada de conceder las subvenciones anticipadas recorte automáticamente los proyectos que presentan los productores.

"De hacer caso a los proyectos tal como llegan", explica Miró, sólo se beneficiarían de las ayudas tres o cuatro películas y para los demás no quedaría nada. A mí me parece perfecto que todo el mundo quiera cobrar el máximo posible, pero eso ya es un lujo al que debe hacer frente el productor".

Al parecer, son muchos los que, como dice el refrán popular, han decidido que quien pide al cielo y pide poco, o es un necio o es un loco. Uno de estos casos ha sido el del joven realizador José María Martín Sarmiento, quien con una sola película en su filmografia, El filandón, presentó un proyecto en el que se atribuía un sueldo de 10 millones de pesetas. "No quise ya ni leer el argumento de la película", cuenta Pilar Miró, "porque me párece indignante que se malinterpreten así las cosas".

Algunas de las reducciones más drásticas del presupuesto se han producido con títulos como El amor brujo, de Carlos Saura y Antonio Gades, para el que se presentó un presupuesto de 242 millones de pesetas. Cultura le reconoció sólo 150 millones de presupuesto y le concedió una subvención de 75 millones.

Otro filme, Tata mía, de Borau, presentó la cifra de 144 millones. Se le reconocieron 80 y, finalmente, se le concedieron 40.

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