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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Crisis en la construcción

DE UN tiempo a esta parte, numerosas empresas de la construcción situadas en el tramo medio han saltado a las páginas de los periódicos por haber tenido que presentar la suspensión de pagos. Nombres de compañías tan conocidas como Beyre, Sacop, Sicop, Constructora Internacional, Ingeniería y Construcciones Sala Amat o Balsa, que durante décadas fueron consideradas ejemplos del desarrollismo del país, están sufriendo hoy las consecuencias de ese anárquico crecimiento, por un lado, y el peso de las deudas que las distintas administraciones públicas mantienen con ellas, por otro.El viejo tópico de considerar a la construcción como locomotora de la economía se hizo realidad en nuestro país en unos años en los que la necesidad de equipamientos y viviendas era acuciante y cuando el dinero era barato y las facilidades para convertirse en empresario, mayores. Fueron los años en los que quedó perfilada la infraestructura mínima del país, en los que se realizó el patrimonio turístico inmobiliario y en los que las ciudades comenzaron a recibir a la gente del campo.

Hoy, la situación es muy distinta. Primero, la dificultad de encontrar demanda solvente para la vivienda, y después, la política de austeridad sostenida últimamente por el Gobierno, con el consiguiente recorte de la inversión pública para equipamientos, han colocado a la construcción en un difícil momento. Según la encuesta de población activa, el sector ocupaba en 1974 a 1.259.000 personas, mientras que al terminar el pasado año eran sólo 765.000 los ocupados. La producción ha descendido para el mismo período, y en pesetas constantes de 1970, en algo más de 100.000 millones y la contratación oficial ha caído en 11.000 millones.

La importancia de la construcción en la reactivación económica -cada empleo en construcción genera 2,6 empleos en otros sectores- fue reconocida en abril por el Gobierno al articular tres medidas que sirvieran de empujón. Curiosamente, todas hacían referencia a la vivienda (dentro de la construcción, el subsector menos afectado). Se trataba de una mayor desgravación fiscal por compra de una vivienda, la conversión de viviendas en locales de negocios y la supresión de prórroga forzosa en arrendamientos urbanos. Ninguna de ellas ha tenido entidad suficiente para lograr el objetivo. Por el contrario, el Plan Cuatrienal de Viviendas parece que va funcionando y que en este terreno se va encontrando la verdadera dimensión: la iniciación de unas 230.000 viviendas al año como objetivo.

En cuanto a obra civil, su futuro parece ir ligado al ingreso en la CEE. De un lado, la Administración tendrá que reconocer la inferioridad de equipamientos con respecto al resto de los países y, en consecuencia, invertir. De otro, las empresas tendrán que aprender a competir con las más importantes firmas europeas.

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