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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La dimisión de un ministro

ATENAS ESTÁ viviendo momentos de gran tensión política; la agitación en las calles, y sobre todo en la Universidad, dura ya desde hace varios días. El Gobierno Papandreu está sometido a duros ataques, tanto por parte de la derecha como de los comunistas. Esta situación tiene su origen directo en la manifestación masiva que tuvo lugar el domingo pasado para conmemorar el duodécimo aniversario de la revuelta de los estudiantes de la Escuela Politécnica, en 1973, contra la dictadura de los coroneles; una represión salvaje causó entonces la muerte de 44 estudiantes y más de 1.000 heridos. Esa matanza conmovió al país; fue uno de los factores del debilitamiento de la dictadura militar, que se hundiría el año siguiente, en 1974. Desde entonces, la jornada del 17 de noviembre es recordada con emoción por la democracia griega, en particular por la juventud y los estudiantes. El domingo pasado, el presidente de la República, Sartzetakis, y el primer ministro, Papandreu, depositaron flores en la tumba de los estudiantes caídos. A la vez, se desarrolló en el centro de Atenas una manifestación impresionante, con unos 200.000 participantes, principalmente jóvenes.Al terminar esa manifestación tuvieron lugar choques entre la policía y grupos de jóvenes, calificados de anarquistas; éstos arrojaron piedras y botes explosivos. En un momento dado, la policía disparó y mató a un joven de 15 años, Michael Kaltezos. Inmediatamente, el jefe del Gobierno, Papandreu, calificó esta muerte de abominable y anunció una encuesta para aclarar las condiciones en que se produjo; sin demora, fueron destituidos el jefe superior de Policía, el jefe de la Seguridad y el jefe la policía de Atenas. El ministro del Interior, Agamemnón Kutsoiorgas, y su adjunto, Thanassis Tsurás, presentaron su dimisión. El jefe del Gobierno no ha aceptado estas dimisiones.

Cumple recordar que, antes incluso de la manifestación del domingo, el clima social estaba muy agitado en Grecia, y no solamente entre la juventud. El trasfondo de esta situación es un deterioro muy serio de la situación económica; y el hecho quizá más significativo, las huelgas masivas que han paralizado gran parte del país, en dos ocasiones, en las últimas cuatro semanas. En junio de este año, Papandreu logró vencer en las elecciones parlamentarias, a pesar del desgaste que supone ejercer el poder durante más de cuatro años; conservó incluso para el Pasok una mayoría absoluta. Sin embargo, en los últimos tiempos, a causa de su política de austeridad, tiene que hacer frente a una oposición seria de los sectores obreros y populares que constituyen el grueso de su electorado. La derecha acosa al Gobierno acusándole de ser incapaz de mantener el orden; los comunistas critican su política económica. En estas condiciones, Papandreu teme repercusiones en el seno del Pasok y un debilitamiento de su Gobierno; ello explica que quiera evitar, al menos por ahora, realizar cambios en su seno.

En todo caso, la decisión de Papandreu -al conocer la muerte del joven Kaltezos- de destituir a los tres jefes máximos de la policía, y el gesto del ministro Kutsoiorgas al presentar su dimisión, encierran cierta ejemplaridad política, porque ayudan a poner de relieve un aspecto esencial de cómo deben funcionar los sistemas democráticos de gobierno. Cuando un policía, en las condiciones que sea, comete un acto tan terrible como disparar contra un joven, nadie puede pensar sensatamente en atribuir al ministro del Interior la culpa directa de tal acto. Pero el ministro no puede de ningún modo eludir la responsabilidad política; él responde ante la soberanía popular del funcionamiento del departamento que encabeza. Cuando un hecho tan abominable -por reiterar el calificativo de Papandreu- como disparar y matar a un joven pone al descubierto en la policía actitudes totalmente incompatibles con la democracia, la dimisión del ministro es algo lógico y normal; y moralmente necesario. Es lo que sin duda ha entendido el ministro griego.

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