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El 'guardaespaldas' de Malacañang

"Inocente", respondió Fabián Ver, el 1 de febrero de este año, cuando, en el inicio del juicio sobre el asesinato de Benigno Aquino, los tribunales del Sandigaribayan preguntaron uno a uno a los 26 inculpados en el caso.El general Ver esperaba que los mismos tribunales también le declarasen "inocente" el pasado miércoles, pero según el Tribunal Supremo el caso se queda paralizado: pueden haberse violado los principios de legalidad durante el juicio. Es el último paso en un carrera militar que ha ido desde lo más bajo a lo más alto.

Ver, de 65 años de edad, es considerado como el segundo hombre fuerte del régimen filipino. Su carrera comenzó paralelamente a la del presidente Marcos, de 68 años de edad. Cuando, a mediados de los años cincuenta, Marcos fue elegido 0enador, su primo lejano y amigo Fabián Ver fue escogido como chófer y guardaespaldas del joven político, cuya carrera llegaría hasta Malacañang.

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Con el ascenso de Marcos, Fabián Ver.fue nombrado jefe del batallón que garantiza la seguridad del palacio presidencial. En 1972 -momento en que Marcos decretó la ley marcial, dando un paso al frente en el régimen dictatorial que le mantiene en el poder desde hace 20 años-, Ver recibió el cargo de jefe de los servicios secretos. Y en 1981 alcanzó la cúpula del poder militar con el cargo de jefe del Alto Estado Mayor del Ejército, puesto que desempeñaba en el momento del asesinato de Aquino.

En las conclusiones de la Comisión Agrava, nombrada por Marcos para investigar el asesinato de Aquino, Ver figuraba entre los presuntos cómplices del asesinato. Marcos lo retiró provisionalmente en el otoño de 1983 y nombró al general Fidel Ramos como jefe interino del Alto Estado Mayor. Ver quedó en libertad provisional, bajo fianza equivalente a unas 250.000 pesetas. La inculpación de Ver originó la publicación en los principales diarios de una carta.a la opinión pública en la que 68 generales y coroneles declaraban su apoyo total al general.

Éste ha sido uno de los juicios más espectaculares de la historia de un país abocado a una grave crisis económica, corrupción hasta las altas esferas, y lucha diaria entre el Ejército y la guerrilla. Todo ello contemplado por el enfermo y autoritario presidente Ferdinand Marcos, que, desde su refugio del palacio de Malacañang, espera triunfar en las próximas elecciones, anticipadas, del 17 de enero de 1986, para intentar continuar en el poder hasta 1992.

A lo largo de los siete meses que duró el juicio, polémico en cuanto a las contradicciones de los testigos sobre quién asesinó a Aquino, Ver apareció pocas veces por la sala del Sandiganbayan, o tribunal de delitos menores, generalmente dedica do a asuntos de corrupción política. El general Ver, hombre afable y con buen sentido de las relaciones públicas, acudió como de costumbre a fiestas, recepciones o charlas con periodistas extranjeros. Un grupo de hermandad de la universidad de Filipinas le dedicó un busto.

Si Ver es declarado inocente y Marcos es consecuente con su promesa, el general debe ser rápidamente rehabilitado en su anteríor cargo. "La rehabilitación de Ver, aunque fuera temporal, originaría un verdadero temporal en el Congreso", dijo Paul Laxalt, el influyente enviado especial del presidente Reagan a Manila, donde recientemente presionó para que el régimen de Marcos encuentre una rápida alternativa de continuidad.

En contrapartida, analistas políticos de la situación filipina opinan que Marcos necesita a Ver en ese momento preelectoral donde el apoyo del Ejército al régimen es vital. Y nadie mejor para ello que Ver, militar de prestigio entre la tropa, desde su anterior cargo o, en el futuro, como responsable del nuevo Ministerio del Interior.

Si fuera absuelto en el juicio, el general Ver seguiría siendo un hombre fuerte en el futuro inmediato de Filipinas, como guardaespaldas de un presidente Marcos que intenta afianzarse en el poder contra viento y marea.

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