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La federación de fuerzas políticas insulares altera el mapa político de Canarias

La creación de una federación de fuerzas políticas insulares e independientes, integrada por miembros de la antigua UCD, el nacionalismo moderado e incluso el PSOE, ha alterado el mapa político en Canarias. El nuevo partido, denominado Federación Regional de Agrupaciones Independientes Canarias (FRAIC), es considerado una amenaza electoral para las fuerzas de ámbito nacional, especialmente el PSOE, organización mayoritaria en la comunidad autónoma. Su bandera política es la defensa de los cabildos (corporaciones insulares históricas) y no oculta su vocación de parecerse al PNV y Convergència i Unió.

El fenómeno de los insularistas, que se apoya en el hecho geográfico del archipiélago y se ha ido gestando en los últimos cinco años, es una réplica, según sus promotores, al carácter centralista de los partidos esta tales en Canarias. En Tenerife nació en 1983 la Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI), la fuerza más representativa de esta corriente, como respuesta al supuesto favoritismo hacia la isla de Gran Canaria del Gobierno socialista surgido en las elecciones autonómicas del mismo año.Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, que comparten, según el estatuto, la capitalidad de la región, han protagonizado un pleito histórico por la hegemonía política y económica del archipiélago.

La potencialidad de los insularistas se observó en las últimas elecciones municipales, en las que el actual presidente de ATI, Manuel Hermoso, ex ucedista, derrotó ampliamente al PSOE y consolidó la alcaldía lograda con su anterior partido.

Desde entonces, los socialistas, que controlan la otra capital canaria con un alcalde de prestigio, Juan Rodríguez Doreste, han prestado una singular atención al afloramiento de agrupaciones de talante moderado en cada una de las restantes islas.

La tendencia ha llegado a calar en el seno del partido que preside Jerónimo Saavedra, titular del Gobierno autónomo, pero el aparato socialista abortó siempre cualquier inclinación interna a emular la defensa de los intereses insularistas, por temor al fracaso de su proyecto regionalista.

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