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¿Es Gorbachov un reformista?

Mijail Gorbachov es conservador por un lado y cosaco por otro. Tiene la mentalidad de un leninista ortodoxo: duro, orgulloso y lleno de confianza. Nadie podrá considerarle como un reformista liberal. Pero como hijo de un campesino de Stavropol, sabe que una máquina rota no arroja granos y que si no se fija una máquina resistente puede matarle. Su obsesión es reunir su equipo, lograr la adhesión de los ciudadanos soviéticos y desencadenar el poder que yace, según él cree, dentro del sistema soviético. Una carrera con Estados Unidos sobre la Iniciativa de Defensa Estratégica puede perjudicar sus planes. Y si va a Ginebra es porque estima que el peligro es bastante serio como para iniciar conversaciones con Reagan.La buena marcha de la cumbre puede facilitarle el camino; un fracaso haría las cosas mucho más difíciles para él. Un éxito puede aportar mayor intercambio comercial con Occidente, elevada calidad, alta técnica necesaria para mejorar la producción de mercancías de consumo y dar a los trabajadores soviéticos fuertes incentivos para trabajar bien y con dedicación. Pase lo que pase en la cumbre, los militares soviéticos continuarán contando con la parte más sustantiva del presupuesto nacional. Pero sin un acuerdo sobre control de armamentos, particularmente uno que frene la guerra de las galaxias, Gorbachov se verá obligado a invertir más de sus escasos recursos en armamentos, desviándolos del desarrollo industrial. Una gran tensión con Occidente puede obstaculizar su libertad para experimentar distintos modelos económicos, debido a las preocupaciones que pueda suscitar una baja de la tasa de crecimiento soviético y que permita a EE UU obtener una ventaja que lleve a superar a la Unión Soviética.

No se sabe hasta dónde quiere ir Gorbachov para realizar sus ambiciosos planes de modernización de la economía soviética.

El sistema no ha perdido su formidable resistencia burocrática al cambio. Pero los cambios limitados que con debida cautela ha propuesto para discutir en el 27º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, el próximo mes de febrero, pueden tener profundas consecuencias en la URSS. Ha transformado el espíritu del establishment soviético desde el pesimismo a un vibrante optimismo, dice el kremlinólogo Marshall Shulman, de la universidad de Columbia. Al mismo tiempo, afirma Shulman, Gorbachov tiene como objetivo asegurar una elevada productividad, no una liberalización. ( ... ) Su estilo populista al visitar ciudades y el campo le ha hecho ganar puntos entre los ciudadanos y su nueva política ha señalado el más sorprendente cambio en la propaganda soviética. (...)

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