Democrácia estática o democrácia dinámica
Cada día es más frecuente en los periódicos y en las revistas la inserción de los resultados de encuestas, siempre con su ficha técnica que los avala, en las que se lee: el 65% de los españoles opina tal cosa sobre el aborto, el 73%, opina otra cosa sobre el funcionamiento del Gobierno, el 27% dice que... Este aluvión de datos es evidente que no sólo informa, sino que forma la opinión de muchos lectores que se identifican con alguno de los grupos formados en la encuesta.También es ciertamente frecuente que le soliciten a uno que se adhiera con su firma a la protesta contra el director general de Radiotelevisión o que su firma y número de DNI engrosen la milenaria lista que suscribe la protesta contra el sistema de financiación de las autonomías. Todo ello en un intento de cambiar desde el bolígrafo y el DNI lo que hasta ahora se viene cambiando a partir de las urnas y de los votos.
Podemos añadir a esta serie de datos las manifestaciones callejeras que tanto la derecha como la izquierda organizan para influir desde la calle sobre temas como la LODE, la OTAN, el paro, el aborto, etcétera... Son estas manifestaciones verdaderas procesiones que invocan el poder de ocultos dioses para que tuerzan los designios de lo que otros hombres han hecho ley.
Si analizamos el fenómeno lo podremos leer, por lo menos, en dos claves. Clave uno: aceptar los hechos positivos. Las instituciones y canales democráticos establecidos son suficientes para reflejar la realidad y conducir la ingente multitud de problemas y tensiones vigentes. Los mecanismos de acceso y ejercicio del poder son obsoletos o como mínimo no son lo suficientemente dinámicos para adecuarse a la velocidad de cambio que la sociedad necesita y es necesario que la propia sociedad genere, en el período entre elecciones, los cauces de presión hacia el cambio que el espíritu del pueblo va pidiendo como necesario.
Clave dos: no aceptarlos. La democracia es lo que es, tiene sus instituciones, es el menos malo de los sistemas políticos para gobernar a los pueblos y todo intento de modificar sus principios es un atentado contra la democracia misma. Las minorías, los marginados, los desclasados ya tienen sus cauces de expresión, ahogados, qué duda cabe, por las mayorías, pero las reglas del juego son las que son y están ahí para ser cumplidas, inmutables, y deben respetarse para salvaguardar el bien común. La clave uno es dinámica, la clave dos es estática. La clave uno es dinámica porque quiere avanzar en el perfeccionamiento del sistema, investiga, experimenta, intenta construir constantemente y, aunque muchas veces fracasa parcialmente en el intento, avanza y profundiza en la democracia. La clave dos es estática porque nos dice que las cosas democráticas son así y que no hay que intentar cambiar el cambio. La perfección se busca desde dentro del sistema y éste sólo es mejorable respetando la formalidad del orden establecido.
El que se imponga la democracia dinámica sobre la democracia estática dependerá, a su vez, del principio de la mayoría (50% más uno), pero ¿no es éste un principio fundamental de la clave dos?, y, si es así, ¿no quedará perpetuada para siempre la solución de la democracia estática?-
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