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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dos grandes de nuestro tiempo.

Pinchas Zukerman, violín; Mare Neikrug, piano. Obras de Mozart, Beethoven y Prokofiev. Yo-Yo-Ma, violonchelista. Orquesta de la RAI de Turín.Madrid ha escuchado y aclamado en el teatro Real a dos grandes intérpretes de nuestro tiempo: el violinista Pinchas Zukerman (Tel Aviv, 1948) y el violonchelista de origen chino, nacido en París (1955), Yo-Yo-Ma. El primero tocó para el Festival de Otoño en dúo con el pianista norteamericano Mare Neikrug; el segundo actuó con la Orquesta Sinfónica de la RAI de Turín bajo la dirección de Armando Krieger.Zukerman se destaca con perfiles propios entre la rica promoción violinística de los años cuarenta: Accardo, Laredo, Ughi, Spivakov, Perelman, Tretiakov, Amoyal. Las características de su técnica, del más alto virtuosismo, sirven a un pensamiento estilístico tan depurado como bello sonoramente. El hecho diferencial viene dado por cuanto Zukerman añade de impulso personal, de singular manera de exteriorizar los pentagramas sin traicionarlos nunca. Si se puede hablar de fidelidad genial, el concepto ha de aplicarse enteramente a Zulcerman, quien, con el magnífico pianista neoyorquino Marc Neikrug, hizo un recital de sonatas inolvidable.

Director: Armando Krieger

Obras de Bocherini, Chaikovski, Hindemith y Dallapiecola. Teatro Real. Madrid, 19 y 20 de octubre.

Centrado estéticamente por la Sonata a Kreutzer, de Beethoven, el programa incluía la en sol mayor K 379, de Mozart, que parecía avisar la arribada de] músico de Bonn, en tanto la Segunda sonata, de Procofiev (1944), recoge la gran herencia clásicorromántica a través de un pensamiento original y un lenguaje fuertemente caracterizado. La transparencia de un sonido consistente, la hermosura de fraseo y la fascinación del virtuosismo sustancialmente musical de Zukerman encontraron respuesta en el piano de Neikrug, que supo estar presente en todo momento para equilibrar un discurso que, incluso en Mozart, está pensado a dos voces instrumentales. El público aplaudió incansable hasta obtener un par de propinas, la segunda de las cuales fue una magistral creación de la primera danza de La vida breve, de Falla.

No hicieron el director y los profesores de la Radio de Turín un gran acompañamiento en el concierto de Bocherini, y si no llegó a ser un pasticcio torinese, distó de la claridad, precisión y equilibrio necesarios. Mejoró la claridad sinfónica en las Variaciones rococó de Chaikovski, pero ni en una ni en otra partitura el violonchelista Yo-Yo-Ma obtuvo una respuesta adecuada a sus proposiciones.

A sus 30 años, es Yo-Yo-Ma un intérprete de los pies a la cabeza y saca al violonchelo una extraordinaria riqueza de matices, siempre bien coloreados, que, unidos al elevado cantabile y al absoluto dominio de la más alta ejecución virtuosística, hicieron de su intervención algo tan admirable como fuera de lo común. Lo que podría decirse, con iguales razones, del fragmento bachíano dado como propina, que levantó en el auditorio oleadas de aplausos y bravos.

Hay que elogiar la confección del programa por parter de Krieger, quien dio lo mejor de sí en dos páginas importantes e infrecuentes: la sinfonía Matías, el pintor, de Hindemith -imaginativa y evocadora transmigración de la pintura de Grünewald-, y las variaciones 1954, de Luigi Dallapiccola, orquestación del cuaderno de Annalibera, para piano, enormemente atractivas por la fuerza y delicadeza de la textura, y la imaginación variativa de quien fue capaz de italianizar los procedimientos de la Escuela de Viena. La Orquesta Sinfónica de la RAI de Turín hizo, en las obras sin solista, un trabajo de altura que nos recordó su mejor pasado por la agilidad de la respuesta y la cohesión sonora dentro de una tónica flexible y luminosa.

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