La muerte de un sindicalista chileno

El viernes pasado falleció, en Santiago de Chile, el dirigente sindical Héctor Hugo Cuevas, presidente de la federación de la construcción. Tenía 48 años, los cuales los había dedicado por completo a la lucha de la clase obrera. Hablaba en chileno con un uso gracioso de las llamadas malas palabras, que a menudo son más gráficas y castizas que los adjetivos rebuscados. Era franco y espontáneo hasta la exageración. También movedizo, inquieto, nervioso. Su permanencia en un hospital o sanatorio para curar sus males físicos, cáncer de pulmón, equivalía a estar encerrado en una jaula como un león. Quería volver cuanto antes a la selva y luchar y rugir como lo había hecho siempre. Lo logré el 29 de agosto recién pasado, gracias a un intensa campaña de solidaridad internacional. Había salido expulsado del país el 2 de diciembre de 1982, junto a Manuel Bustos, presidente de la Coordinadora Nacional Sindical y, Carlos Podlech, presidente de la patronal de los trigueros. A éstos Pinochet les había autorizado la entrada tiempo atrás; a él, sólo cuando estaba con un pie en la tumba.Héctor Cuevas tenía plena confianza en el fin de la dictadura, le preocupaba sobremanera el hecho de que los chilenos se entendieran y caminaran juntos para reconstruir el país y la democracia, y también la participación de los trabajadores en el futuro Gobierno democrático. Al respecto decía: "Nos interesa que las industrias fundamentales del país estén en manos de los chilenos. También es de la mayor importancia un auténtico pluralismo, sin la exclusión de nadie que no sean los fascistas y los criminales. Pienso que hay posibilidades de llegar a un entendimiento, a un gran bloque democrático que recoja el trabajo, las ideas, los esfuerzos de todos por rescatar al país de los abismos a los que ha sido arrojado y colocarlo en el camino del progreso, la libertad y una vida mejor para todos".- Encargado de la Central única de Trabajadores de Chile en España.