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¡Qué noche la de aquel viernes!

Un viernes de cada mes, la programación de TVE modifica los hábitos nocturnos de los españoles

Era viernes 20 de septiembre en la costa Fleming, un barrio de especial actividad nocturna en Madrid, y parecía un lunes de agosto. La calle estaba vacía, a excepción de las profesionales de la noche. Sin embargo, terminada la emisión de Cuentos inmorales por la primera cadena de TVE, la calle se llenó de gente "como si hubiera ganado el Real Madrid", tal como expresó una de las citadas profesionales.

Mientras en las casas de Madrid varios millones de personas se disponían a disfrutar del filme en grupo, en pareja o quizá en solitario, montones de chicas paseaban desfaenadas, con una tranquilidad que no era propia de un viernes a las 0.30 de la madrugada. Así pasó una hora y media larga. Sólo se acercaban coches de mirones. De pronto, sobre las 2.30 de la madrugada comenzaron a llegar vehículos. Las chicas desaparecían en cuestión de minutos. Los coches llegaban en avalanchas cada vez que se abría un semáforo cercano. No había peleas por un cliente, y ningún cliente parecía estar dispuesto a perder el tiempo. De repente, una de ellas gritó: "Joder, hay más gente que si hubiera ganado el Real Madrid". Había coches comprando hasta en tercera fila. Así fueron los primeros minutos en la costa Fleming después de la emisión de la primera película porno de la historia de Televisión Española.Una lumi de ojos vidriosos alargaba el gesto porque, según ella, la gente todavía no estaba preparada para esto. Isabel, una madrileña de 19 años, le explicaba los detalles de la película, que ella ya había visto. Un hombre se acercó desesperado buscando evasión. Cuando una de las chicas le preguntó riendo si venía de ver la película, se dio la vuelta y se alejó, no sin antes demostrar su desprecio por la curiosidad femenina. En esos momentos, el bingo de un hotel cercano comenzaba a llenarse después de una noche flojita. José Luis, uno de los porteros, comentaba extrañado con el aparca del local la razón de esta tardía avalancha de bingueros.

El reino de los taxistas

A las 12.35 de la madrugada, con varios minutos de retraso, se comenzó a emitir la película Cuentos inmorales, perteneciente al cielo especial que se transmite uno de cada cuatro viernes. Las calles de Madrid estaban tan desiertas como una noche de lunes en pleno agosto. En los barrios periféricos de la ciudad, en las ciudades dormitorio, se observaban sombras pendientes del televisor parapetadas por los visillos. Los niños de casa decente ya estaban en la cama.Gonzalo y Enrique, dependientes de un videoclub sito en zona burguesa, estaban disfrutando de uno de los viernes más tranquilos del año; los mostradores estaban repletos de películas. Esa noche, los videos que siempre están alquilados estaban en la exposición. "De todas formas", dijeron, "la demanda de cintas vírgenes no ha descendido con respecto a otros días". Madrid se convirtió durante esas horas en una ciudad de taxistas, que, en los semaforos, de volante a volante, se intercambiaban los nombres de los compañeros que habían decidido abandonar el servicio y marcharse a casa.

Juan José Sánchez, un taxista de 26 años, comentaba risueño: "Hay que ver con la peliculita, otros viernes a estas horas no damos abasto, y hoy no hay quien coja un alma por la calle". A lo largo de la Castellana circulaban decenas de lucecitas verdes.

En un bar del centro, dos barrenderos, Carmelo y Juan, discutían, escobas en ristre, con Agustín, un joven empresario de copa en mano. Agustín no dejaba de escupir improperios contra la película que había visto íntegra en la soledad de su apartamento. El empresario cogió velocidad con palabras como el honor y la moral dañadas, la vergüenza pública, las monjas. Mientras, otro de los barrenderos movía la cabeza de un lado a otro repitiendo una y otra vez: "Yo de las monjas prefiero no hablar...".

En los bajos de Orense, los oficinistas de zapato blanco bailaban ajenos al atentado contra la moral. Una adolescente comentaba: "Sí, mis padres se han quedado solos en casa para verla". La gente de la movida continuaba en el mismo lugar de siempre hablando de vanguardias, diseños, pre, pos, demasiado ocupada en crear cultura como para percatarse de una simple película de la tele. Pedro, un modelo de 23 años, se mostró sorprendido al conocer la noticia: "Joder, ¿qué me dices?, vaya historia" y comenzó a comentarlo a sus amigos.

Aquí faltan parejas

En uno de los shows de un humorista de moda, no parecía haber afectado el bajón. José Antonio explicaba las razones por las que habían llenado la sala como otros días. "Tenga en cuenta que nosotros funcionamos por reserva y teníamos casi todas las localidades vendidas desde hace una semana".Después del cierre en una sala espectáculo-internacional, un joven que llegaba a recoger a una de las chicas del coro comentaba mientras hacía tiempo: "Ha sido un escándalo. ¡Que barbaridad!". En la barra, los camareros, que presencian al menos dos strip tease por noche, le miraban perplejos. En ese momento el regente de la sala explicaba que la noche de este viernes habían acudido al espectáculo menos parejas.

Mientras, en uno de los bingos de casa regional, Eugenio, jefe de sala, explicaba con voz de experto en la materia: "Más daño nos hacía el Un, dos, tres; ésos si que eran viernes en los que llegábamos a dejar de ganar hasta 350.000 pesetas". El director de este bingo de primera prefería inclinarse por justificar las ausencias echando las culpas a "los libros de texto y a los uniformes".

Carmen, la chica que estaba en la centralita de Torrespaña, contaba que durante la primera media hora de película el teléfono no dejó de sonar, la gente llamaba muy enfadada, y la mayoría decía que era una porquería lo que estaban viendo; luego acabó mi jornada laboral y si continuaron llamando ya no había aquí nadie para contestar". En Prado del Rey se recibieron a la mañana siguiente una decena de llamadas de ciudadanos que querían hablar "directamente" con Calviño para protestar por la elección del filme. Esa misma madrugada de 12 a 3, según fuentes del Canal de Isabel II, el consumo de agua aumentó considerablemente -4000 metros cúbicos más que el anterior viernes-. Por otra parte, un ingeniero de Hidroléctrica Española, declaró que, atendiendo a las estadísticas, no se podía deducir un consumo de energía eléctrica mayor, ese viernes que cualquier otro.

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