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Un desastre

El precio a pagar en la escena internacional corre el peligro de hacerse muy elevado para Mitterrand. Basta para convencerse de ello con recorrer la Prensa extranjera. Concede un amplio espacio a los últimos episodios del asunto Greenpeace y, al comentarlos, lo hace para interrogarse sobre el futuro de un presidente cuya estatura moral y autoridad acaban de sufrir una fuerte devaluación.Los Gobiernos extranjeros, a excepción del infatigable David Lange, el primer ministro neozelandés, que prosigue su cruzada para obtener excusas, no se atreven a hacer un comentario oficial. Pero se puede estar seguro de que los interlocutores pasados o futuros del presidente piensan lo mismo. Es el peso y la influencia de Francia los que han sido directamente afectados. Antes de retomar contacto en serio con el actual Gobierno, los compañeros de Francia esperarán a conocer el resultado de las elecciones de marzo.

Este análisis es válido, en primer lugar, para la escena europea. Ha sido una suerte que el proyecto Eureka haya tomado cuerpo antes de que estuviese afectada la credibilidad de Francia. Pero no se ve cómo Mitterrand podría intervenir con su antigua autoridad a propósito de los grandes asuntos en suspenso. La marcha de Hernu puede ser perjudicial para las relaciones franco-alemanas en la medida que había sabido establecer relaciones de confianza con los interlocutores del otro lado del Rin. Quilés tendrá mucho que hacer para imponerse, no porque se sospeche de que quiera modificar la política de defensa de Francia, sino porque es presentado por la Prensa extranjera como un ministro interino, un cortacabezas doctrinario, encargado por Mitterrand de solucionar el problema del Rainbow Warrior y de limpiar los servicios secretos. Estos últimos necesitarán mucho tiempo antes que vuelvan a ser respetados. ( ... )

23 de septiembre

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